sábado, 22 de mayo de 2010

Quídam

Ilustración de Carine B

(Del lat. quidam, uno, alguno).
1. m. coloq. Sujeto a quien se designa indeterminadamente.
2. m. coloq. Sujeto despreciable y de poco valer, cuyo nombre se ignora o se quiere omitir.

Real Academia Española


En latín existen muchos pronombres indefinidos, de los cuales la mayoría se componen del pronombre indefinido por excelencia quis, quae, quid, y de alguna partícula, que generalmente es de tipo indefinido. Vienen a significar cualquiera, alguno, uno, un tal alguien, etc. Un quidam es una persona indefinida, un ciudadano anónimo. Quidam es una palabra que reúne en sí tanto a un fulano, como a un transeúnte anónimo, a una figura solitaria detenida en una esquina, a una persona que pasa a toda prisa, a un ser perdido en la multitud. Y es en esta amplia acepción que me resulta una palabra muy poética, pues podría ser cada una de esas personas sin nombre que trabajan por la humanidad.

Pero alguien más dijo: cuando te sientes desolado y solo. Cuando sientes que no eres nadie en la vida. Que no le importas a nadie. Que nadie te echaría de menos. Todo eso y mucho más es definido por Quidam. Vinculado con el término quisque

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué buena palabra. Solo la conocía por el espectáculo del Cirque du soléi, pero no su uso.
En Wikipedia la definen como "transeúnte anónimo".
Y realmente a los "hijos de la vida mínima" la imagen del tipo parado en una esquina, el tipo en un puesto de diarios leyendo los titulares, el tipo que pasó raudo a nuestro lado, son imágenes que nos cautivan porque encierran en si mismas un montón de cosas, casi inexplicables. Quidam merece su lugar en "alma de diamante".
Un tipo sentado en la mesa de un café mirando durante mucho tiempo la calle mojada por la lluvia y viendo pasar a la gente corriendo. Y yo lo miro a ese tipo... El no sabe que lo miro. No se quién es y jamás lo sabré. Enfrente del café, parada en la esquina una mujer bajo su paraguas piensa en entrar al bar y de pronto se distrae mirando como yo observo a ese tipo. Jamás sabrá de mi ni de mis asuntos. Mas allá, cruzando la esquina está un señor que seria el amor para siempre de la mujer del paraguas. El uno para el otro. El la mira y se da cuenta que ella está observando como yo miro al tipo de la ventana del café. Entonces el hombre de la esquina decide cruzar raudo, Pasa al lado de la mujer del paraguas, apenas si cruzan sus miradas. Y cada uno sigue su camino. Ella al café, el hombre de la esquina a su trabajo.
Vidas anónimas, signadas por vaya a saber qué hados fatales o qué energías que no entendemos.
Me levanto, pago mi café y con el alma mojada salgo a la calle. Un viejo ocupa mi mesa.
Afuera sigue lloviendo. Alguien tal vez llorando, pasa a mi lado. Entinces yo también lloro.
Vidas de quidam.
Funes

Celestacha dijo...

Oh !! Funes, qué hermoso relato. Es exactamente el corazón de la palabra la que lográs transitar con estas líneas. Gracias por tus valiosos comentarios. Saludos !

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