sábado, 1 de mayo de 2010

Aldaba


(Del ár. hisp. aḍḍabba, y este del ár. clás. ḍabbah, literalmente, 'lagarta', por su forma, en origen semejante a la de este reptil).
1. f. Pieza de hierro o bronce que se pone a las puertas para llamar golpeando con ella.
2. f. Pieza, ordinariamente de hierro y de varias hechuras, fija en la pared para atar de ella una caballería.
3. f. Barreta de metal o travesaño de madera con que se aseguran, después de cerrados, los postigos o puertas.

tener buenas ~s.

1. loc. verb. coloq. Disponer de influencias o amistades poderosas.


Real Academia Española

BUENOS AIRES

Antes yo te buscaba en tus confines
que lindan con la tarde y la llanura
y en la verja que guarda una frescura
antigua de cedrones y jazmines.

En la memoria de Palermo estabas,
en su mitología de un pasado
de baraja y puñal y en el dorado
bronce de las inútiles aldabas,

con su mano y sortija. Te sentía
en los patios del Sur y en la creciente
sombra que desdibuja lentamente

su larga recta, al declinar el día.
Ahora estás en mí. Eres mi vaga
suerte, esas cosas que la muerte apaga.

Jorge Luis Borges

6 comentarios:

vicky dijo...

Cuanta moción hay en este Blogg!!! buenisimoo! beso

vicky dijo...

jeje!! quise escribir Unción...pero bueno moción han generado las palabras anteriores!!jijiji!

Unknown dijo...

Aldaba
Me enamoré perdidamente de Julieta Inchausti cuanto teníamos los dos 15 años. Todos los martes y jueves de ese otoño a los 15 años, a la salida de mis clases de inglés de la casa de la profesora "Miss Ferrari" apuraba el paso por esa calle, ya tapizada de hojas cecas y baldosas desparejas , y me dirigía a esa esquina, a esa casa. Yo la amaba para siempre y ella también a mi. Lo intuía porque lo sentía así en cada centimetro de mi cuerpo en ese camino de cuatro cuadras y media. Y también sabía de ese amor recíproco y definitivo cuando, parado frente a la vieja puerta de madera de la casa de Julieta, tomaba nervioso y emocionado en mi mano la aldaba y daba los consabidos 3 golpes para que ella sepa que era yo. Nunca había tocado el timbre de esa casa (hasta hoy).
Y Julieta abría la pesada puerta y rápido nos íbamos al patio de baldosas rojas lustrosas, y allí nos sentabámos al cobijo del tibio sol de otoño que se marchaba a la tardecita, al lado de la enrredadera y de las santaritas. Y así todos los martes y jueves. Allí la besé por única vez. En verdad ella besó a este torpe y tímido muchacho. Urdió un plan para hacerlo. Me percaté de ello cuando la vi, mientras alucinaba en sus labios, a Martita, su hermana mayor, haciendo de "campana" en la puerta de la cocina al patio, para que no seamos descubiertos.
Cuando hoy vi esta palabra "aldaba" en palabrasenextincion.blogspot.com, renacieron n mi aquellos recuerdos. Hace un rato salí a caminar y mis pasos perdidos, y el arca de las palabras me llevaron sin querer (sin querer?) por aquella calle, hacia esa esquina, y me paré de pronto, frente esa puerta, que aún sigue allí, sin la aldaba ya, pero con la marca de su antigua presencia al costado cerca del marco. Y entonces recordé como si fuera hoy mismo el día que di los tres golpes y extraña y sopresivamente me abrió Martita, y me dijo "che, Funes, a Julieta la internaron". Y entonces recordé cómo corrí llorando esa tardecita, con mi corazón galopando a mas no poder, mi rostro bañado en lágrimas y mi sangre a punto de estallar dentro de mi cuerpo.
Y recordé también cuando todo había terminado, y entonces fui una noche a la casa de Julieta y como un ladrón nocturno saqué uno por uno los 6 tornillos de bronce y me hurté la aldaba, para llevarla a mi casa y la guardarla en mi dormitorio para golpear con ella una, tres o mil veces, soñanado y rogando y llorando para que julieta me abra la nueva puerta que no se ve, pero que nos separó tempranamente y para siempre.
Y recordé cuando ya mas grande, a punto de terminar la facultad, me la crucé a Martita y le dije que la iría a visitar, y ella me dijo: "che funes, no vengas, no vuelvas al lugar donde fuiste feliz, y aparte, ya no está hace años la aldaba que solo vos tocabas y que eran campanas de amor para Julieta".
Don anotaciones mas. La primera es que estos recuerdos no son recuerdos, son vida misma de hoy y de ahora con Julieta Inchausti amada por mi para siempre. La segunda: nunca había tocado el timbre de la casa de Julieta... hasta hace un rato, en que dejé la aldaba en el escalón de la puerta de entrada, y toqué el timbre e inmediatamente, igual que aquel jovencito ladrón nocturno enojado con la vida porque le robaron su amor para siempre, corrí llorando con mi corazón galopando a mas no poder, mi rostro bañado en lágrimas y mi sangre a punto de estallar dentro de mi cuerpo.
Funes

Celestacha dijo...

Ché Funes, esto es muy triste, quedé acongojada. No hay nada que agregar. Saludos

Anónimo dijo...

Celeste! no es un pedido de disculpas... pero no he querido perturbar a nadie y menos a ti.
no se qué decir y enseguida me sale "disculpas" que se no corresponde...
no se qué decir
Funes

vicky dijo...

FUNESSS!! es muy conmovedor, tu historia me hizo bañar mi rostro en lágrimas y que mi sangre llegue al borde de estallar...es muy fuerte! y seguro vos también.un beso

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