Ilustración de Daniela Cytryn
1. m. coloq. Ur. Niño de corta edad.
Real Academia Española
Esta palabra suena arrabalera, por eso la ilustramos con una estrofa de un tango.
"He rodao como bolita de purrete arrabalero,
y estoy fulero y cachuzo por los golpes, ¡qué querés!
Cuántas veces con un cuatro a un envido dije "quiero"
y otra vez me fui a baraja teniendo las treinta y tres. "
Cuando me entres a fallar
(1940)
Letra: Celedonio Flores
6 comentarios:
Uy!!!! Qué palabra, por favor! Aseguro que es una de mis palabras preferidas!
Bueno, es re temprano y ahora estoy viendo llover pero en cuanto me desocupe me dedicaré a esta palabra fabulosa.
Funes
Funes, me pregunto qué hacés a esta hora de la madrugada !!!! yo de casualidad porque me desvelé y vos seguro que porque Dos cuchillos está todavía cerrado para el café y la medialuna, jajajaja.( el vermucito viene después ! ). Aquí también llueve y llueve. Sabía que esta palabra te iba a gustar. Me preparo para el relato. Saludos en la madrugada desvelada.
Aquí tambien llueve desde la madrugada.
Desde muy temprano estoy con un trabajo que hice para mi hermano.
Ya terminado te visito para decirte que a mi tambien me encanta esta palabra...
La uso bastante.
Cariños amiga.
Estuve viendo llover un rato largo, 3 hs. 45 min. Magnífico espectáculo. Cuando me desocupé, marché para el bar “dos cuchillos”. Estaban todos. En cuanto entré, y pedí mi café, comenté que Celeste había publicado en su periódico la palabra “purrete” (aclaro que a ellos les digo periódico porque si les digo “web”, “Internet”, blog", no entenderían nada, pensarán que hablo en mandarín).
Bueno… para qué! Una emoción general embargó a todos los de la mesa. Entonces tomó la palabra Gilberto Grandia, a quién ya he nombrado: el mas viejo y reconocido silbador del país. Y habló el sobre la palabra “purrete”. Trataré de transcribir lo que Gilberto Grandia dijo:
“che, Funes, mirá… tu amiga Celeste te tiró un centro a la olla, te dio un pase de gol con esta palabra. Porque “purrete” es la mejor palabra para un día como hoy. Purrete es una palabra especial, y no solo por su acercamiento al lunfardo. Es especial por lo que involucra. Hoy “purrete” es pibe, muchachito, niño, pero antes la usábamos distinto. Antes era el muchachito de barrio que, cuando se le decía “purrete” se lo igualaba a los demás pibes. Era la época que todos los chicos, por el solo hecho de ser “purretes” eran iguales. El canilla de la esquina que vendía los diarios era tan purrete como el hijo del albañil, y como los hijos de las familias más acomodadas: el hijo del bancario, del médico o del administrador de la estación de ferrocarril. Todos ellos eran “purretes”. Y la vida entonces era otra cosa. Por ejemplo: los “purretes” se iban al baldío de la vuelta a la tarde a jugar a la pelota (no iban a jugar al futbol, se jugaba “a la pelota”) y el juego empezaba cuando se elegían los equipos en donde no importaba quién tenía o no, guita, los mejores botines, la mejor pilcha, sino su habilidad y su compañerismo. Los más gorditos a los arcos improvisados con los rompevientos. Y allí arrancaba el partido y duraba hasta que la luz del sol desaparecía de tal forma que era imposible para arqueros y jugadores ver “el bolo”. Allí terminaba y los purretes cada uno a su casa. Podía terminar antes, en caso de gresca que a veces ocurría: entonces, siempre, pero siempre aparecía el padre de algún purrete y ponía orden: los retaba a todos por igual y cada uno a su casa. Y no importaba quién era el padre que venía a poner orden: podía ser el papá del canillita, o el papá del gerente del banco: siempre ese papá tenía razón. Entonces, ese padre los retaba, y cuando llegaba cada uno a su casa, y contaba lo que había pasado, lo retaban en casa también porque ese papá nunca sería desautorizado. Así fue que “los purretes” nos igualabamos siempre. Ser purrete era como el guardapolvo en la escuela, que hacía que todos seamos iguales. Los purretes jugábamos a las bolitas, o a las figuritas, o simplemente, nos encontrábamos en la esquina para estar, por el solo hecho tan importante de estar. Ya no es así, nada es así. Ya no hay purretes.”
Cuando terminó, todos estábamos lagrimeando. En el bar lloramos dos veces por semana por lo menos.
De pronto, después de unos minutos de largo silencio habló el contador Umpierrez (el que se quedó con la novia del silbador Carlos Dellareta, que la perdió por silbarle el vals Desde el Alma -ver mi comentario en la palabra "HADO"-). Dijo el contador, con su vozarrón inconfundible y secándose las lágrimas: “la puta que lo parió! Si no fuese que estoy hecho pelota de la cadera y de que no quedan mas baldíos en el mundo, ya nos iríamos a jugar a la pelota bajo la lluvia y hasta que desaparezca la luz”.
Funes
Salí del bar pensando en la palabra "purrete" y más que en la palabra, en ellos, en los pibes, los gurises, los botijas, esos muchachitos de pantalón corto y rodillas sucias, zapatos desacordonados, corriendo por la vereda jugando a la chachada o a las escondidas, o yendo a buscar a sus amigos para jugar. Quería cruzar alguno para decirle "purrete, yo te ayudo, juego con vos, me arremango mis pantalones de adulto civilizado y correcto y salgo a remontar mi vida con vos, te pido por favor, dame una chance de volver el tiempo atrás al lado tuyo..."
Pero no encontré a ninguno. Me di cuenta que mi barrio ya me es ajeno, y que solo intento aferrarme a lo que tengo: esta nostalgia por lo que se fue, por la esquina, por la ropa tendida en la azotea, por la puerta de la iglesia para escondernos detrás y que no nos descubran... me di cuenta que me aferro a esa melancolía que me hace llorar de nuevo, mientras silbo el tango de Eladia:
Desde chico ya tenia en el mirar
esa loca fantasia de volar
fue mi sueño de "purrete" ser igual que un barrilete
que elevandose entre nubes por un viento de esperanza
sube y sube.
Y crei en ese mundo de ilusion y escuché
solo mi propio corazon, mas la vida no es juguete
y el dinero es un billete sin valor.
yo quise ser un barrilete
buscando altura en mi ideal
tratando de explicarme que la vida es algo mas
que darlo todo por comida.
Y he sido igual que un barilete
al que un mal viento puso fin
no se si me fallo la fe, la voluntad
o acaso fue que me falto piolin.
Hoy me harté de este cansancio sin final
hice trizas mi sonrisa de cristal
cuando veo un barrilete
me pregunto aquel "purrete" donde esta?.
Llegando a casa, me di cuenta que ese purrete que buscaba, era la búsqueda de mi mismo, de lo que fui. Justo me atajó el viejo Acevedo (el dueño de la librería "papeles de oriente") y con solo mirarme se dio cuenta de todo: "che Funes -me dijo- no sufras más, no seas gil, al purrete que fuiste no lo vas a encontrar... pasá así tomamos unos mates y te cuento una historia".
Funes
¡Qué linda palabra! Es muy tierna.
Besos.
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