sábado, 4 de junio de 2011

Villorrio

Ilustración de Charlotte Lachapelle
(De villa).

1. m. despect. Población pequeña y poco urbanizada.

Real Academia Española

Entre lo más representativo de la impresionante obra de William Faulkner se encuentran las novelas que se conocen bajo el nombre de «ciclo de Yoknapatawpha», desarrolladas a modo de fábula sobre la vida en el sur de los Estados Unidos y sobre el destino humano en cualquier parte del mundo.
El villorrio -primera parte de la «Trilogía de los Snopes», a la que también pertenecen La ciudad y La mansión- comienza con la llegada de diversos miembros de una familia a una aldea de Jefferson, precedidos por un ambiguo rumor de extrañas venganzas en más de una granja.
Poco a poco, de manera tan insidiosa como arrolladora, los Snopes van apoderándose del pueblo ante el asombro y la impotencia de sus habitantes, y lo conducen con la mayor sangre fría hacia el fracaso, la humillación e incluso la muerte.
Editado por Alfaguara y lectura recomendada.

6 comentarios:

BARROS MATOS dijo...

Si me permite, Celeste, quisiera dejar en su blog este poema. Quizá CASERÍO no sea sinónimo de VILLORRIO, pero creo que están emparentados de cierta forma.- Gracias.


C A S E R Í O
Cuando veas, caminante, desde la distancia,
El lugar donde el tiempo detiene sus horas,
Y un hostil paisaje de marrones mustios
Con voces antiguas te cuente una historia.

Y escuches al viento hablarle a los montes
De verdes agrestes y de grises rocas,
Verás, caminante, si sólo te acercas
Por ese camino de tierra arenosa,

Casas olvidadas de sueños que fueron
Cuando comenzaron a volverse chozas,
Los ojos opacos, las manos curtidas
De amasar ensueños, ilusiones rotas,

Esperanzas vanas que un día cualquiera
La tierra dormida despierte a la aurora,
Y florezca en verdes, con soles abiertos
Para que las casas dejen de ser chozas.

Allí, caminante, serás la nostalgia,
Serás la amargura de todas las cosas,
En un caserío de sueños perdidos,
Allí donde el tiempo enterró las horas.

También, caminante, serás el murmullo
Donde se resguardan tristezas de otrora,
Y un silencio errante, viejo como el mundo,
Irá, caminante, detrás de tu sombra.

Serás un motivo de noche cerrada
Bajo un cielo turbio de una estrella sola,
Y te irás despacio, con la vista baja,
Andando el camino de tierra arenosa.
BARROS MATOS

Anónimo dijo...

Esto que voy a contar es rigurosamente cierto.
Había un pueblo. Un villorrio. Y hay un hombre.
Este villorrio era idéntico al de la imagen que ilustra la entrada de nuestra editora. Enclavado en las sierras onduladas al costado de la carretera que une la ciudad de Minas con Montevideo (Uruguay) era un paraiso. Las no más de quinientas familias que fundaron esta pequeña villa decidieron llamarla“La Buena Suerte” y tramitaron su nombre ante el Ministerio del Interior. Fue en el año 1958. El nombre era justo: todo lo que pasaba allí era bueno: el microclima especial que le daba un número importante de días soleados. Inviernos muy benignos y veranos agradables y con brisa. La lluvia siempre oportuna. Y la gente del pueblo… tenía suerte. El alea estaba de su lado. Nadie moría de enfermedades degradantes; no había ilícitos, atracos ni robos. Y tenían el record nacional de ganadores de la lotería: la mitad de los habitantes habían ganado por lo menos un premio en los sorteos.
Hay un hombre. Su apellido es Ubarne. Ubarne significa “aguas turbias”. Lo conocí en un bar del barrio Sur de Montevideo. Allí cantaba canciones folclóricas, algunos tangos, acompañado por su guitarra. “Tengo muy mala suerte Funes. Soy la imagen exacta de la Ley de Murphy que dice: ¨todo lo que puede salirte mal Ubarne, te saldrá mal¨.” “No debe ser para tanto, amigo” le dije y entonces me contó una serie que parecía interminable de sucesos que vivía y que terminaban mal: emprendimientos, estudios, amores, todo tenía en el Sr. “aguas Turbias” un final ingrato. Pero lo más sorprendente que me contó fue cuando, cansado de su mala racha decidió irse a vivir a “La Buena Suerte”, buscando que el azar de una buena vez esté de su lado.(Sigue)
Funes

Anónimo dijo...

Llegó un 23 de Marzo de 1989. Y se instaló en la única pensión existente. Su idea era ejercer allí su oficio de cantor en el bar del pueblo. A los cuatro días de estar allí, se nubló. Y el sol no apareció mas que esporádicamente, entre las fuertes e intermitentes lluvias extrañas para el microclima de la zona. Al sexto día, fue al bar y pidió permiso y cantó. Esa noche murió el dueño, inesperadamente. Y el pueblo quedó sin la cantina a la que concurrían los parroquianos a tomar su copa y jugar al truco. El temprano otoño se presentó inéditamente caluroso, como nunca: más de 35 grados azotaban a la gente acostumbrada a los agradables 22 grados de la mejor estación del año.Y llovía día y noche. Y hablando de estaciones: la del ferrocarril dejó de funcionar de un día para el otro: el tren no paró mas en La Buena Suerte; pasaba de largo. Al noveno día se ofreció para trabajar de mozo (mesero) en el único comedor y almacén de ramos generales. El día de su debut, el presidente de la comisión de fomento que almorzaba allí se atragantó con un hueso de pollo y murió asfixiado. Ubarne regresó a la pensión y notó que ya lo miraban raro. Ocurrió que la dueña del albergue fue robada: subrepticiamente entraron a su casa y la desvalijaron, siendo el primer delito verificado en el villorrio desde su fundación. Y no había policía dónde hacer la denuncia porque nunca la necesitaron. Y así continuaron las tragedias que hicieron que de a poco, las familias se vayan mudando. La gran mayoría se fue a vivir a “Pueblo Edén” otro villorrio de iguales características enclavado a 10 km.
Ubarne volvió a Montevideo, despreciado por todos. Hoy vive en el barrio Sur y canta por la propina en bares de mala muerte. “La Buena Suerte” es un pueblo fantasma: sólo quedaron 30 familias. En cuanto “Aguas Turbias” partió, el famoso microclima bondadoso retornó y el sol volvió a presidir los días.
Igual ninguna familia prefirió retornar a La Buena Suerte.
Hay un hombre. Y había un villorrio.
Funes

Celestacha dijo...

Barros...esa poesía suya es bella, muy nostalgiosa y muy sensible.
Gracias por compartirla en este lugar.
Cariños !

Celestacha dijo...

Qué buen cuento, Funes...es que el mal acaso vence las fuerzas del bien?? No es que Ubarne quisiera hacer el mal, porque él no actuaba deliberadamente, pero portaba una carga funesta que pudo con todas las buenas vibraciones del lugar y su gente !!! yo creí que allí encontraría la felicidad y se convertiría al evangelismo, ja.
Mientras leía el relato, pensaba en cómo me gustaría vivir en un caserío entre las sierras en el que sólo reinara la armonía.

Hermoso el aporte, Gracias !! y un saludo especial.

Anónimo dijo...

Mire editora; si tiene tiempo y ganas busque "Pueblo Eden", busque infrmación sobre ese lugar.
El paraíso existe.
Funes

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