jueves, 9 de junio de 2011

Pertinaz

Ilustración de Timothy Raglin
(Del lat. pertĭnax, -ăcis).

1. adj. Obstinado, terco o muy tenaz en su dictamen o resolución.

2. adj. Muy duradero o persistente. Enfermedad pertinaz.

Real Academia Española


Leyendo sobre la etimología de esta palabra, que tiene fuerza en sí misma, descubro que, en su composición latina, el prefijo "per" en adjetivos tiene un efecto similar a un posible sufijo superlativo, y el sufijo "az" marca una fuerte inclinación. El adjetivo se forma a partir del verbo tenere, que en latín significa dominar y retener, y también agarrar y sujetar. Por eso pertinaz es quien muestra una fuerte tendencia a agarrar algo y no soltarlo, el que es muy obcecado.
La raíz tenere aparece en una larguísima serie de palabras tales como tenaza, retener, detener, teniente, contento, sustento, tensión, etc.
Gracias Etimologías de Chile

7 comentarios:

jaramos.g dijo...

Ni me imaginaba que tuviera relación con "tener". Jeje. Salud(os).

BARROS MATOS dijo...

En calle Lima a 20 metros de la placita, en un local antiguo y bien cuidado, funciona LA YAPA, Almacén y Despacho de Bebidas de Casimiro Flores, que asegura orgulloso que es el último en su género que existe en el país. Él y su hijo Celedonio (le puso ese nombre en homenaje al autor de Mano a Mano) están detrás del mostrador, y la alegría de Casimiro es que cuando el falte, su hijo seguirá al frente para que su negocio, que es parte de su alma, no muera con él. Vecinos de la zona han presentado a la Municipalidad un petitorio para que se lo designe Patrimonio de la Ciudad. A pesar de que a dos cuadras de donde vivo hay un supermercado y a la vuelta un autoservicio, camino las 8 cuadras hasta LA YAPA cuando necesito yerba o azúcar, que están contenidas en grandes cajones debajo de la estantería, veo levantar la tapa y con una cuchara gigante sacar la mercadería, ponerla sobre el clásico papel, pesarla y envolverla con ese cierre parecido al repulgue de una empanada. Y si llevo una botella, me la llena con un litro de vino patero que un pariente le manda en damajuanas desde Salta. En el centro de la estantería, entre botellas de grapa, ginebra y caña, presiden las fotos de Carlos Gardel y del poeta Celedonio Flores. Casimiro descansa la mayor parte del día su pesado cuerpo (130 Ks.) con el toscano apagado en la boca, mirando a quienes juegan al truco por el vermouth, mientras Celedonio y su esposa Marisa atienden la clientela. Allí me siento parte de recuerdos imborrables, de regresos virtuales, que satisfacen el espíritu. Días atrás estaba comprando mis vituallas cuando Don Eliseo Maronini, contador jubilado y visionario en actividad, ganó la falta envido con 28, dando fin al partido. Se me acercó partiendo la cáscara de un maní y mirándome por encima de sus anteojos, agregando arrugas al fruncir la frente, me dijo “Algo le anda pasando, Don Barros, lo estoy notando medio apichonado” Le aseguré que no me pasaba nada, pero, hombre pertinaz cuando sus visiones se lo aseguran, insistió, con su lenguaje campechano “le voy a abrir una ventanita para estudiarlo, y si esta noche se me da una vuelta por el 4 DE COPAS, quizá tenga algo que anoticiarle”. Me palmeó en el hombro y se fue masticando los maníes y tarareando un valsesito.
BARRROS MATOS--- SIGUE

BARROS MATOS dijo...

Explico lo de las “ventanitas”. Don Maronini estudia los pesares de la gente intentando sustraerse de lo que sucede a su alrededor, y mirando obstinadamente un punto fijo en el espacio, imagina una ventanita desde la cual ve a la persona elegida, entabla un diálogo mental con esa imagen, imagina preguntas y posibles respuestas, observando sus reacciones y sus gestos. Y al cabo de un tiempo y conociendo a esa persona, saca sus conclusiones. Esa noche nos encontramos llegando al mismo tiempo al 4 DE COPAS, y me invitó a dar una vuelta a manzana. “Don Barros, me dijo, su problema no está en que se aburre en el trabajo, ni en que quisiera dejar las piezas alquiladas a la tía de Vilches y alquilarse un departamento. Esas son excusas, mi amigo. Usted anda algo amoscado por seguir enamorado de Amanda, y se ilusiona imaginando que volverán a vivir juntos. No podrá ser, Ud. en el fondo lo sabe, y hay que asumirlo con entereza, por triste que le parezca. También sabe que su ex lo quiere, lo estima, es usted su mejor amigo, pero…no lo ama. En lugar de buscar lo imposible, reverdezca los buenos recuerdos de esa época. Reviva aquellos momentos, los paseos, las charlas, extraiga de ellos esa riqueza que alegra el espíritu. Y de cuando en cuando, haga como hizo hace poco, invítela a comer y charlar, confórmese con ser su amigo, y lentamente ese apichonamiento se transformará en una agradable forma de vivir la realidad. Pasará de la melancolía, a la nostalgia. Y eso es bueno” En ese momento llegábamos nuevamente al bar, el entró, yo me quedé unos minutos en la puerta sopesando sus consejos. En ese momento llegó el Gordo Vilchez, que me conoce mejor que nadie, me dio una cachetadita en la cara y dijo sonriendo Hoy te veo mejor que ayer, hermano. Entramos, en la mesa ya estaban los amigos de siempre. Suspiré, pensando que no todo estaba perdido. La vida empieza cada minuto.
BARROS MATOS

Celestacha dijo...

No se imagina Ud., Sr. Barros, cuánto pero cuánto disfruto estas historias, que son un deleite para mi inquieta imaginación. Lo mismo que disfruto de aquellas de Funes, que se le parecen muy mucho en estilo y temática. Y agradezco que cuando no tengo la de uno, me llevo la de otro.
Una abraçada catalana

Anónimo dijo...

Estimado amigo Barros: perdone que me meta en su vida, pero leí su relato y no puedo dejar de opinar. Creo que su amigo el contador tiene buenas intenciones pero se equivoca feo. Ud. indudablemente está enamorado de Amanda. Ella por lo visto no lo ama, simplemente lo considera un amigo. Si Ud. persiste en invitarla a almorzar de vez en cuando, salen juntos por ahí a charlar, ella estará bien porque sentirá su amistad correspondida. Pero Ud. estará mal porque nunca su amor se transformará en nostalgia. Al contrario, esos encuentros encenderán la llama de su pasión y entonces esa ilusión trunca será para Ud. una mínima condena cotidiana. Si me permite le daré una opinión: júntese con Amanda y dígale que Ud. la ama y que lamentablemente es un amor no correspondido, y que entonces por un tiempo, no la verá mas hasta “curarse” del amor. Seguramente los primeros tiempos serán duros. Y hasta quizá lo aborde alguna idea suicida. Pero sea pertinaz. No baje la guardia. En todo caso, en los momentos duros, recurra a la bebida. Emborráchese con ganas. Por lo visto conoce lugares oportunos donde hacerlo. También le sugiero concurra a alguna casa de citas. En mi barrio hay una a la cual voy todas las semanas. Puede ser que se enamore de una prostituta, y ahí le aseguro que logrará vencer el amor incomprendido de Amanda. Porque el amor de las mujeres de la vida es un amor fatal, infinito y dura una hora nomás (o lo que dure el turno que le pague).
Conclusión: bebida y mujeres libertinas. Siempre pagando (la bebida: no deje que lo inviten: debe dolerle el bolsillo. Ud. emborráchese a diario y entonces en determinado momento se dirá a si mismo “cuánta plata estoy gastando por el amor de Amanda” y ahí hará un quiebre. Y lo mismo con la mujer de la casa de citas: pagando siempre, Barros, y por el mismo motivo).
Bueno. Esa es al menos mi opinión. Y se lo comento porque me enamoré de una astróloga. Un tanto chiflada, pero interesante la señora. Pero no quiso saber nada conmigo. Ni siquiera pude tocarla ni besarla. La cosa es que para olvidarla hice lo que le aconsejé: me emborracho todos las noches y voy al prostíbulo de mi barrio dos veces por semana.
Especulo que en algún momento comienzo a olvidar el amor y a ganar en amistad con la dueña de los astros.
Pruebe y me cuenta
Funes

BARROS MATOS dijo...

Estimado Funes. Le aclaro de entrada, que no comparto ninguna de sus sugerencias, aunque le agradezco su intención, que estimo sincera. Ni la bebida ni las mujeres fáciles son aconsejables en ningún caso. No son sucedáneos ni placebos. Los consejos del contador Maronini tienen la sana intención de obligarme, en forma pertinaz, a probar mi fortaleza de espíritu. A saber perder para poder ganar. Saber que perdí el amor de mi vida y aceptarlo como una verdad indiscutible. Ser tenaz en reconocerlo y no renunciar al premio que ello representa: ganar en buena ley la amistad de mi ex, sin segundas intenciones ni búsquedas de imposibles, y tener el derecho a seguir siendo su mejor amigo. Le dejo mi sincero saludo, reiterándole mi agradecimiento por acercarme sus sugerencias.
BARROS MATOS

Celestacha dijo...

Funes...ay ! Funes...Ud. cree que maréandose se superan los males de amor. Cuán lejos de la verdad !!!! yo que Ud. escucho los consejos del Sr. Barros, hombre concienzudo, sensato y de mucho mundo...hay que saber perder para poder ganar !!!!.
Saludos neblinosos desde Paraná.

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