Pintura de Diana Rodriguez
(Del lat. *iacilĭa, pl. n. de *iacīle, de iacēre, yacer).
1. f. Lecho o cama pobre.
2. f. Cosa en que se está acostado.
3. f. sepultura (‖ hoyo para enterrar un cadáver).
4. f. sepultura (‖ lugar en que está enterrado un cadáver).
ser alguien de mala ~.
1. loc. verb. Ser de mal dormir.
2. loc. verb. Ser de condición inquieta.
3. loc. verb. Ser vagabundo y de malas mañas.
Real Academia Española
Yacija tiene un origen incierto, quizá prerromano, pero lo cierto es que la procedencia de esta palabra es bastante compleja y vinculada a la locución Yacer.
En los lugares nórdicos, el hombre antiguo abría zanjas en el suelo, que luego rellenaba con cenizas todavía calientes, con lo que se procuraba calor. Allí dormía: era su cama, con una piel sobre el cuerpo. Y los pueblos germánicos se echaban sobre una especie de yacija improvisada dentro de una caja que llenaban de musgo seco, de hojas o de heno.
Cama es una palabra prerromana, seguramente de origen celta, que en una primera etapa designaba precisamente "una yacija, un lecho en el suelo". San Isidoro fue el único que utilizó la palabra cama en sus escritos en latín (camis).
De seguro, la idea original, el concepto prehistórico de la cama, consistió en algo muy sencillo y elemental: amontonar un poco de paja en un rincón de una cueva, una choza o en el hueco del tronco de un árbol. Más adelante, la paja se introdujo en una bolsa de piel con la intención de realizar el primer colchón.
Las peculiaridades en el uso de la cama, en cada región y periodo histórico, son los reflejos particulares de la pluralidad cultural en los cinco continentes. Por lo general, las civilizaciones antiguas diferenciaron entre varios tipos de cama. Las había para dormir, para comer, o para velar a los difuntos.
MAÑANA SERÁ DIOS
Esta yacija, donde se desploma
noche a noche el despojo de mí mismo,
no es cauce para el sueño, sino abismo
al que mi angustia de caer se asoma.
La sábana, que cubre y que no toma
la forma de mi cuerpo, en su mutismo,
sin un pliegue de amor, dice lo mismo
que mi despego, y en el mismo idioma.
...Mañana será Dios, y su porfía
sacudirá, violenta, al mal dormido
con su irrupción de polvo o nuevo día.
Aquí no hay alta noche, y, tras la hora
más oscura de un cielo descendido,
se enciende el sol, de pronto, sin aurora.
Juan José Domenchina