Letra B- Poggi Mauro 1750 - Alfabeto di lettere iniziali |
1. adj. Dicho del lenguaje o del estilo y del escritor o del orador: Hinchado y redundante.
Real Academia Española
El adjetivo ampuloso califica al lenguaje amplificado y excesivo para expresar una idea, y por lo tanto, en el fondo, vacío de significado. Deriva de una palabra latina vinculada a ampulla (ampolla) y se relaciona con el verbo ampullari, que significa" soplar el vidrio para hincharlo". Con sufijo de abundancia "osus" un lenguaje ampuloso es el que está lleno de ampollas, es decir, de expresiones pomposas, grandilocuentes y rimbombantes.
Muchas veces la palabra rebuscada es el ropaje de la ignorancia y el lenguaje ampuloso disfraza la impresición. Por el contrario, la sencillez es el sello de la verdad.
1 comentarios:
Si bien la palabra "ampuloso" se vincula a esa "hinchazón" en el uso del lenguaje, precisamente el manejo pomposo de las palabras dibujan también la imagen de una persona "ampulosa".
Conocí cierta vez a Carlos D. Blancomino, (1920/2008) que nació en Santos Lugares y falleció hace como 3 años en Buenos Aires, víctima del enfisema pulmonar, dado que nunca dejó de fumar 4 paquetes diarios de cigarrillos negros.
Blancomino fue un escritor de cuarta, apegado al uso engolosinado del idioma, leer su prosa francamente empalagaba. Su único mérito parece ser haber trabajado junto al famoso Eduardo Mallea, a quien llegó por haber sido toda su familia, paciente del padre de éste, el Dr. Narciso S. Mallea.
Blancomino era un verdadero "encantador de serpientes". "Engolaba" la voz y hablaba siempre en pose, y cualquier cosa que decía, por banal que fuere, tenía forma de discurso. Por motivos que desconozco, tengo entendido que nada de lo que escribió ha sobrevivido en el tiempo. Solo conozco una frase en la cual frente a una imputación de Manuel Mujica Lainez (nada menos!) sobre su forma ampulosa y sobreactuada no solo de escribir sino de desenvolverse, Blancomino contestó mediante una carta publicada en el ya inexistente diario Crítica, fundado por N. Botana, en mayo de 1957: "Si el uso de la palabra en intención del parlante, de custodiar el idioma merece las severas e injustas imputaciones de don Mujica Lainez; si cuidar las formas al usar la elegancia como vehículo de cultura merece el escarnio y la condena del escritor excedido en dinero y malos hábitos, debo decirle que admito me trate de prosopopéyico lo que sería considerado por mi una forma de sana cortesía y no de insulto rampante. Pero ¿Qué se puede esperar de un zascandil, que disfrazado de escritor no es mas que un matasiete, pero detrás de sus escritos, porque no es otra cosa que un reverendo acoquinado que se cree el dueño del idioma y no es sino un pendolista de todo lo que le dictan en este periódico, y pasa por la vida como lo que es, un chuchurrido sujeto que no despierta pasiones?"
Así se expresaba, habitualmente Blancomino.
Créanme: no era nada fácil seguirle el hilo....
En fin
Funes
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