lunes, 1 de noviembre de 2010

Veleidad

Ilustración de George Barbier
(Del fr. velléité).


1. f. Voluntad antojadiza o deseo vano.

2. f. Inconstancia, ligereza.

Real Academia Española

La veleidad hace su actuación en los escenarios de las tendencias de nuestro ego tiranas, cambiantes, anárquicas, vacilantes, dubitantes. Deseos siempre de bajo vuelo, vanos, efímeros. Voluntad prisionera, quebrantada y débil, que se arrodilla frente a los caprichos del ego y a una falsa ilusión.
La veleidad camina de la mano del narcisismo.

3 comentarios:

vicky dijo...

mmm..(pensando) No sabía que estaba tan ligado a narcisismo. Pero tiene lógica, deseos vanos los hacen de bajo vuelo, caprichos, efímero.Si, así es un "Veleta". ..¿Y veleta??es un deribado existente de esta palabra??.

Celestacha dijo...

Hola Vicki, veleidad es la pareja del narcisimo, porque tiene que ver con los caprichos del ego, y desde ese punto de vista "el otro", en tanto otro, no cuenta. Si deriva de la palabra veleta ??? en absoluto !!.
Te mando un beso

Barros Matos dijo...

La veleidad es dependiente de la admiración o el amor que “el o la “ veleidoso/a siente como hecho irrefutable por aspectos presuntamente sobresalientes en su vida. Es lamentable la inducción a la veleidad, que se ejerce en niños, que, según sus madres, “han nacido para estrellas de la TV o el cine”. Conozco un par de matronas que, años ha, desfilaban por los canales y estudios cinematográficos con la prole a cuestas para todo casting que se hiciera para publicidades y/o telenovelas. Cuando en alguna oportunidad la criatura era contratada, la mamá veía en ella el éxito que en su vida deseara y el destino le había negado. Sé de buena fuente que a veces hubo malos tratos de parte de su progenitoras para con criaturas que “no daban para el papel”, palabras estas que ponían la lápida sobre la tumba de las aspiraciones maternas. Aprovecho este vocablo elegido por la editora para llamar la atención sobre el drama de los niños, tantos aquellos que después de varias giras buscando el éxito, deben aceptar volver a la escuela y buscar el porvenir por otros caminos, como para aquellos que en su edad temprana resultan aptos para distintas actuaciones, la veleidad se encarna en niño y madre, y cuando al crecer esa simpatía infantil desaparece y ya no es llamado a nuevos castings, es trabajo de un psicólogo devolverlo al mundo de los seres comunes. Llevan el peso de un fracaso que no lo es en verdad, es consecuencia de las necesidades del negocio de la publicidad o la ficción televisiva, aumentada, muchas veces, por la evidente decepción materna, que esperaba de esa criatura lo que ella no llegó a ser.

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