(Del ár. hisp. albírka, y este del ár. clás. birkah).
1. f. Depósito artificial de agua, con muros de fábrica, para el riego.
2. f. poza (‖ balsa para empozar el cáñamo).
3. f. Méx. Piscina deportiva.
en ~.
1. loc. adj. Dicho de un edificio: Que, por no estar terminado o por haberse caído, solo tiene las paredes y carece de techo.
Real Academia Española
En el mundo andalusí, los jardines tuvieron una función mucho más amplia que la meramente estética.
El jardín-huerto fue receptáculo de plantas aromáticas, árboles frutales y productos hortícolas. Al placer de la vista y el olfato se unió el deseo de un aprovechamiento agrícola, que puso en marcha una sabia distribución del agua y toda una ciencia de aclimatación de especies botánicas nuevas. Los andalusíes habían heredado estos saberes de sus antepasados del mundo oriental islámico y, en parte, de sus predecesores romanos.
Apenas quedan referencias de cómo pudo ser aquel jardín-huerto. El geópono almeriense Ibn Luyun (s. XIV), fue el autor de una célebre obra llamada Kitab al-filaha (‘Libro de Agricultura’), que escribió en verso con el fin de que pudiera memorizarse fácilmente. En ella ha dejado unos apuntes de la morfología de este jardín. Según describía, los macizos de plantas, generalmente aromáticas, estaban situados junto a la alberca. Un poco más lejos se emplazaban los macizos florales y los árboles de hoja perenne. Ya rodeando el predio, una cerca de viñas, higueras y otros árboles semejantes marcaba las lindes, mientras que los paseos se cubrían con parras, a modo de pérgolas. Uno de estos paseos delimitaría el jardín de flores y plantas aromáticas, mientras que a cierta distancia de las viñas se situaría la tierra de labor. Los grandes frutales se plantaban en la parte Norte para proteger el jardín del viento. Seguir leyendo
Entre la espesura de los frutales abundaban los cultivos de melones y sandías, las berenjenas, espinacas y habas, además de alcachofas, zanahorias y lechugas, entre otros muchos productos hortícolas que se cultivaban gracias a la abundante agua que suministraban las acequias.
El mundo islámico surge en un contexto árido: la península arábiga. El primer pueblo que lo integra, el pueblo árabe, aprecia el agua como auténtico tesoro, ya que prácticamente carece de ella, siendo los oasis su única fuente de abastecimiento. Esa valoración del agua, origen de toda vida, va a reflejarse constantemente en el Corán.
¿No veis el agua que Alá ha hecho descender del cielo
y por medio de ella, todo verdea sobre la tierra?
Corán (sura 22, aleya 63)
El agua estará omnipresente en todo tipo de jardines y de almunias, ya sea en forma de fuentes, canalillos, surtidores, estanques, acequias y albercas, o bien, deslizándose caudalosa por las norias de corriente.
La función esencial de la alberca (del árabe al-birka) era servir como depósito de agua, para distribuirla posteriormente por las acequias. Su funcionalidad se combinó con el característico sentido de la estética de los hispano musulmanes, constituyéndose en un elemento más del jardín y la arquitectura. Los principales patios y jardines del mundo islámico contaron con grandes albercas, como sucede en el Patio de los Arrayanes de la Alhambra de Granada (siglo XIV).
Patio de los Arrayanes en la Alhambra / foto de Pablo Gavilán |
En la tradición islámica, el agua se considera un don divino que no es propiedad de los seres humanos. Éstos son solamente sus depositarios; por ello tienen la obligación de repartirla con equidad entre quienes la necesitan.
Cuenta una leyenda musulmana atribuida a Salomón, que estando Salomón sentado en su trono, pasó una nube y este profeta le preguntó de dónde venía; la nube respondió:
“Vengo de una de las Puertas del Paraíso, llamada al-Andalus, y que está en el Extremo Occidente (al-Magrib al-aqsa`) “
Al volver a preguntar Salomón hacia dónde iba, la nube contestó: “Hacia una ciudad de Persia”.
El rey quiso saber si esta ciudad persa superaba en algo a al-Andalus, a lo que la nube le respondió:
“¡Oh Profeta de Dios! Todo lo contrario. El lugar de donde vengo es mejor que cualquier otro, como el Cielo es superior a la Tierra”.
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6 comentarios:
Como la palabra elegida ayer, PISCINA, a la cual me referí, tiene en ALBERCA un sinónimo que es utilizado en otros países (aparte de otros significados) como bien lo explicara Funes, espero que Celeste no interprete mal si en el espacio de hoy, mi comentario deriva hacia otro norte, alejado de la palabra elegida, pero dedicado a acentuar la hermandad existente entre quienes habitamos el blog.
BARROS MATOS - CONTINÚA
Como la palabra elegida ayer, PISCINA, a la cual me referí, tiene en ALBERCA un sinónimo que es utilizado en otros países (aparte de otros significados) como bien lo explicara Funes, espero que Celeste no interprete mal si en el espacio de hoy, mi comentario deriva hacia otro norte, alejado de la palabra elegida, pero dedicado a acentuar la hermandad existente entre quienes habitamos el blog.
BARROS MATOS - CONTINÚA
Permiso, Funes.
En cierta oportunidad, usted especuló con que yo debo ser parecido a su padre (ambos de la generación del sándwich de chorizo), y hasta infirió que vivimos en el mismo barrio. Y traté de imaginarlo a Ud., (de la generación posterior, la del choripán) verlo tal como pienso que es. Indudablemente, dueño de una erudición y cultura envidiable, conocedor tanto de los clásicos como de los grandes escritores de la modernidad, y saber explicitar su pensamiento con una sencillez que habilita una rápida comprensión. También es un profundo conocedor de la mística de las barriadas suburbanas y el folklore esquinero, de aquellos años 50 – 60, con sus tangos y el lunfardismo pintoresco de la época. Esto último, pienso, por herencia y conjunción con su padre, pues Funes debe pertenecer a esa generación que ya dejó la juventud y está próximo a la mediana edad. Es un hombre, entonces, que se siente cómodo en todos los ambientes, desarrollando sus actividades con la libertad de saber como vivir cada momento y lugar de su existencia. Lo que no le creo es que trate a su padre de Usted. No es su forma, está descripto en sus comentarios. De esa manera nos relata su aprecio y respeto por su progenitor, y ese “USTED” enmascara el hecho de que a veces, cuando las circunstancias lo exigen, se comporta como padre de su padre, cuando este olvida los cuidados que debe tener a su edad. Pienso que alguna vez, nos conoceremos. No será un encuentro planificado. Nos cruzaremos en una esquina o nos encontraremos en una reunión, o entraré a un café en el momento en que él se levanta de la única mesita que quedará desocupada. Se cruzarán nuestras miradas, pausa de unos segundos, dirá ¿Barros?, diré ¿Funes?, y comenzaremos una charla que derivará en una amistad de esas que nunca se extinguen.
BARROS MATOS
Don Barros Matos:
1. Comienzo por el final: usted YA es mi amigo.
2. No tuteo a mi padre. Se que es extraño… tan extraño como que el –mi padre- cuando se dirige a mi me dice _”che, Funes…”
3. Imposible que mi padre se cuide o haga caso por mas que yo lo reto seguido. Mire: en la palabra “yunque” conté que tengo una amiga que conozco desde hace poco… inteligente, sensible y culta, pero creo, tozuda como un yunque. Mi viejo es igual de tozudo.
Le cuento algo más. Heredé de él, el barrio, la esquina, el café y las charlas interminables. Y aparte, como mi padre salí muy enamoradizo. Por eso algunos me tildan de mujeriego. Pero son cosas diferentes. El mujeriego se enreda con mujeres para calmar sus apetitos mas primarios y no compromete su alma. El enamoradizo se enamora y entrega el corazón. Por eso el enamoradizo miente a la mujer: miente por amor, para no perderla. Amores largos o de corta duración pero fulminantes y profundos en su contenido. Puede durar siete minutos el amor… pero es amor profundo. Por ejemplo: Un día estábamos con mi viejo en la parada del colectivo esperando el 63. Delante una mujer hermosa. Me enamoré perdida y locamente. Fatalmente. A los cinco minutos llegó el 63 que nosotros abordamos y la mujer no. Lagrimié durante todo el viaje pensando en todas las felicidades perdidas con esa dama por no haber cruzado con fuerza su camino; los mates no compartidos, las vacaciones en las Sierras que no viviría jamás; las caricias y besos que nunca nos daríamos.
Cuando bajamos del ómnibus le dije a mi padre: “Papá... creo que me miró”.
Mi viejo dice siempre que los tipos enamoradizos la gran mayoría de las veces no son correspondidos. Y yo puedo confirmarlo, créame.
Seguro don Barros que nos encontraremos.
Funes
PD.: hoy estuve tremendamente ocupado. Salí a caminar sin rumbo y a mirar cosas. Pero mañana subiré material sobre “alberca” para retomar el camino.
Funes, lo espero con su padre en esa esquina que vamos a encontrar el día que no la busquemos. Seguramente habrá allí un café de los de antes, esos con fotos de Gardel en un espejo tras el mostrador, mesitas talladas cono iniciales de quienes allí soñaron escribir el mejor tango del mundo, y un mozo gordo y cordial que fuma mientras te trae el café y el vasito de agua.
ALBERCA es el nombre de un pintoresco pueblito, como tantos hay en España, situado en el sur de Salamanca, cerca de una sierra llamada Peña de Francia en cuya cima hay un antiguo monasterio. Para algunos, es el pueblito más lindo de España. No alcanza a los 1000 habitantes pero es visitado por turistas todo el año. Son de admirar sus antiquísimas casas, de la época del rey Alfonso Vl, todas de granito y madera, de 3 pisos. En otros tiempos la planta baja servía de techo al ganado, en el primer piso estaba la cocina y en el segundo las habitaciones. El tercero era usado para curar las facturas de cerdo y los quesos. Estos 3 últimos siguen teniendo la misma función. Es interesante el hecho de que cada pueblito de esta zona como de otras de España, tiene sus quesos, fiambres y vinos llamados “de la tierra”, es decir, propios y únicos de cada pueblo. Calles angostitas, mucha arboleda, en la placita central la antigua fuente que se usaba para obtener el agua, en las cercanías las cuevas prehistóricas llamadas CABRAS PINTAS. Y la amable hospitalidad de sus habitantes. Lo conocí en los largos viajes en auto con mi hijo y un amigo, buscando los rincones más pintorescos de España, estos pueblos, de los cuales hay miles desperdigados por toda su geografía.
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