lunes, 14 de marzo de 2011

Brizna

Ilustración de Juan Antonio Gaspar Alcubilla
(De brinza, y ésta de brenca ).

1. f. Filamento o hebra, especialmente de plantas o frutos.
2. f. Parte delgada de algo.

Brenca
(Voz de or. prerromano, quizá del celta *brīnicā, der. de *brinos, fibra, filamento; cf. galés brwyn-en y bretón broen-enn).

1. f. Fibra, filamento, y especialmente el estigma del azafrán.

Real Academia Española

LA BRIZNA DE PAJA, LA BRASA Y LA JUDÍA VERDE VAN DE VIAJE
Eranse una brizna de paja, una brasa y una judía verde que se unieron y quisieron hacer juntas un gran viaje. Habían recorrido ya muchas tierras cuando llegaron a un arroyo que no tenía puente y no podían cruzarlo. Al fin, la brizna de paja encontró la solución: se tendería sobre el arroyo entre las dos orillas y las otras pasarían por encima de ella, primero la brasa y luego la judía verde. La brasa empezó a cruzar despacio y a sus anchas; la judía verde la siguió a pasitos cortos. Pero cuando la brasa llegó a la mitad de la brizna de paja, ésta empezó a arder y se quemó. La brasa cayó al agua, hizo pssshhh... y se murió. A la brizna de paja, partida en dos trozos, se la llevó la corriente. La judía verde, que iba algo más atrás, se escurrió también y cayó, aunque pudo valerse un poco nadando. Al final, sin embargo, tuvo que tragar tanta agua que reventó y, en aquel estado, fue arrastrada hasta la orilla. Por suerte había allí sentado un sastre, que descansaba de su peregrinaje. Como tenía a mano aguja e hilo, la cosió y la dejó de nuevo entera. Desde entonces todas las judías verdes tienen una hebra.
Según otro relato, la primera que pasó sobre la brizna de paja fue la judía verde, que llegó sin dificultad al otro lado y observó cómo la brasa se iba acercando a ella desde la orilla opuesta. Cuando iba por la mitad se quemó la brizna de paja, se cayó al agua e hizo ¡psssssssssssshhhh…Al verlo, la judía verde se rió tanto que reventó. El sastre de la orilla la cosió y la dejó de nuevo entera, pero en ese momento solo tenía hilo negro y por eso todas las judías verdes tienen una hebra negra.
Hermanos Grimm

1 comentarios:

Barros Matos dijo...

Su mirada y su vista seguían senderos distintos. Sus ojos en la gente, en los canteros, en los árboles...su mirada en una nebulosa de tiempos perdidos. Desde el banco en la plaza, en ese gris atardecer de agosto.
Un aroma apenas perceptible, como un hilo fino, una hebra desprendida de una flor lejana, transitaba con la brisa, queriendo llevarlo a puertos ajenos y extraños, como ensueños ocultos en oscuros rincones de la memoria.
Por momentos creía que en verdad, no pensaba en nada.
Que con la mente en blanco, dejaba pasar las horas.
Pero no. Los recuerdos iban y volvían, despaciosamente, en la laxitud adormecida de la tarde. Rostros y situaciones y palabras que a lo mejor, jamás fueron dichas, y que por esos raros juegos de la memoria, se presentan como si nunca las hubiera callado. Y el recuerdo transita caminos, que por la necesidad de expiar la angustia, se tergiversan, se transforman, traicionan la historia con una falsa realidad.
Es una forma de inventar olvidos, se dijo. Aspirar el aroma de aquella flor que ya no está y nos miente presencia, encerrar los recuerdos que duelen detrás de una puerta de sombras, ponerle un contenido de amor a las viejas angustias, y perderse en derroteros de memorias fabricadas...para poder, aunque sea por un instante, vivir la verdad que no fue.
BARROS MATOS

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