miércoles, 19 de enero de 2011

Ufano

Ilustración de Heather Barron
(Quizá del gót. ufjô, abundancia, exceso; cf. prov. ufana, jactancia, cat. ufana, lozanía, frondosidad).


1. adj. Arrogante, presuntuoso, engreído.
2. adj. Satisfecho, alegre, contento.
3. adj. Que procede con resolución y desembarazo en la ejecución de algo.
4. adj. Dicho de una planta: lozana.

Real Academia Española


Tengo una amiga muy querida, con una memoria frondosa, que solía repetirme versos que su abuela le enseñaba de pequeña. Todos ellos muy graciosos, el que más me llamó la atención , por los juegos del lenguaje y la importancia de los signos de puntuación, es el que quiero compartir hoy. Dice así:

Había un apuesto joven dedicado a cortejar a tres hermanas. Un buen día a éstas se les acabó la paciencia y le presentaron un ultimátum al joven: tenía que decidirse por una de ellas.
El afortunado galán les hace llegar una nota en mano a cada una al tiempo que les anuncia que debe marchar urgentemente de viaje y ya que no ha podido puntuar la respuesta correctamente, que sean ellas las que se encarguen de hacerlo.
Cada una de las señoritas se lanza apresuradamente sobre su papel que contiene la ansiada respuesta en verso. En los tres había escrito lo mismo:


Juana Teresa y Leonor
puestas de acuerdo las tres
me piden que diga cuál es
la que prefiere mi amor
Si obedecer es rigor
digo pues que amo a Teresa
no a Leonor cuya agudeza
compite consigo ufana
no aspira mi amor a Juana
que no es poca su belleza

Teresa no lo dudó ni un momento. Según su puntuación, ella era la elegida:

Si obedecer es rigor,
digo, pues, que amo a Teresa.
No a Leonor, cuya agudeza
compite consigo ufana.
No aspira mi amor a Juana,
que no es poca su belleza.

Leonor también lo vio claro: la elegida era ella:

Si obedecer es rigor,
¿digo, pues, que amo a Teresa?
No, a Leonor, cuya agudeza
compite consigo ufana.
No aspira mi amor a Juana,
que no es poca su belleza.

Mientras Juana tampoco tuvo ninguna duda a la hora de puntuar y de entender que la elegida era ella:

Si obedecer es rigor,
¿digo, pues, que amo a Teresa?
No. ¿A Leonor, cuya agudeza
compite consigo ufana?
No. Aspira mi amor a Juana,
que no es poca su belleza.

Hubo que esperar a que regresara del viaje el joven para que aclarara el enigma y le pusiera la correcta puntuación al verso.

Si obedecer es rigor,
¿digo, pues, que amo a Teresa?
No. ¿A Leonor, cuya agudeza
compite consigo ufana?
No. ¿Aspira mi amor a Juana?
!Que no! Es poca su belleza.

Ninguna de las tres resultaba elegida.

7 comentarios:

Viejex dijo...

Muy ingenioso el joven! Me ha puesto una sonrisa, se agradece!

Barros Matos dijo...

El pintor holandés Anton van Dyck pintó en 1633, en una tela de más de 2 mts. de alto, a la esposa de Carlos 1, la Reina Enriqueta María, y junto a ella estaban en el cuadro Sir Jeffrey Hudson y un mono. Era común ver a esta reina de 21 años, de singular belleza para esa época, salir por los jardines del palacio y por los paseos en carruaje, acompañada por un mono. Era comentario en la corte la arrogancia de Su Majestad, el engreimiento que ostentaba al hablar con otras damas de alcurnia, pero de menor nivel en la escala de la nobleza, y se decía que paseaba con el animal para que al notar la diferencia entre ambos, resaltara su belleza. Esta anécdota es una de las tantas que relatan historiadores especializados en las cortes europeas. Busqué en mi biblioteca el tomo en que se relata esta historia, pero no lo encontré. Prometo buscarlo más minuciosamente y hacerlo saber en este blog.
BARROS MATOS

Celestacha dijo...

Pobre mujer pasearse con un mono...no enterarse que la belleza está dentro.
Un gran saludo y espero encuentro el libro, que promete en jugosas anécdotas.

Barros Matos dijo...

¿Puede caber este comentario? Tiene que ver con UFANO y PERIPECIAS.
Me asombra comprobar como algunos hechos dispersos se encadenan como si se buscaran, dado que creo en lo causal pero no en las casualidades. Cuando la palabra impuesta por nuestra editora era PERIPECIAS, relaté un hecho de la vida real, imponiendo al protagonista un nombre ficticio y un supuesto parentesco conmigo. Luego, cuando la palabra era UFANO, me comprometí a buscar en mi biblioteca un libro que, por dos malas costumbres, la mía de no anotar a quien lo presto y de quien lo recibe, que confunde préstamo con obsequio, ya no lo tengo. Pero buscándolo encontré otro, del cual contaré luego, y tiene que ver con aquella peripecia por ser el territorio Amazónico parte del protagonismo.
BARROS MATOS ---CONTINÚA

Barros Matos dijo...

Cuando voy a España visito a un matrimonio de queridos amigos, Antonio Abreu Franco y Rosamarí Troncoso, residentes en Moreira, zona rural de Ponteareas, Pcia. de Pontevedra, en un castillo del 1600 de la familia Troncoso, que conserva las viejas paredes de piedra, la cocina de la época y muebles más que centenarios. Antonio, (primo del pintor Antonio Abreu Bastos, exilado en Argentina durante el franquismo), es un explorador que investigó la historia de un gallego que emigró a la Amazonia Peruano –Brasilera, se estableció como empresario del caucho (año 1910) y se casó con la hija del Rey de los Jíbaros (1920). Su nombre era Alfonso Graña. Al morir el Rey, la tribu lo coronó como Alfonso I de la Amazonia, Rey de los Jíbaros. Antonio Abreu realizó 3 viajes a esa zona, auspiciado por la TV estatal de Galicia, en busca de la tumba de Graña para devolver los restos a su tierra, y tratar de encontrar descendientes. Mi amigo fue muy apreciado por los Jíbaros, a quienes ayudó mucho en sus necesidades dada la precariedad de sus vidas, y es padrino de numerosos niños. Encontró a un nieto de Alfonso Graña, que no quiso extraditar los restos de su abuelo. (Buscar en Google “Los jíbaros del Amazonas despiden a Antonio Abreu”)
BARROS MATOS---CONTINÚA

Barros Matos dijo...

Tengo en mi poder un par DVD con filmaciones de esos viajes, obsequio de mi amigo, y otros documentos, y un libro difícil, pero no imposible de obtener: ALFONSO I de la AMAZONIA, REY DE LOS JÍBAROS, de Maximino Fernandez Sendín, y que recordé tener cuando buscaba otro totalmente distinto. Este libro está editado por la FUNDACIÓN COMARCAL A PARADANTA y se imprimió mi edición en el 2005, en los talleres gráficos Lomba – O Rosal, de Pontevedra.
Esta historia no tiene parentesco, salvo la zona donde transcurre parte de los sucesos, con la que relaté en PERIPECIAS.
BARROS MATOS

Unknown dijo...

Respecto de “ufano” quiero destacar su uso en el sentido de “contento, satisfecho, alegre”. Y recuerdo que conté en otra palabra (“orondo”) un día cuando era niño y me iba con mis amigos al parque “San Cristóbal” y allí jugábamos al fútbol en una imrovisada canchita. Y al arco siempre el más gordito y torpe, en este caso Nacho Sirasú a quién guardo en mi corazón de pibe de trece años. Y conté allí cuando al menos por una vez, el Nacho Sirasú se vistió de protagonista principal y le atajó un penal a un pibe que creo, era del Chaco. El animal pateó como una mula, fuerte y al medio del arco. Venció las regordetas manos del Nacho y la pelota dió fuerte en su rostro, rebotó hasta la mitad de la cancha y allí nomás, Sirasú cayó redondo al piso. Enseguida, el árbitro don Adaro (un vecino que vestía traje, y oficiaba de autoridad del encuentro) dio por terminado el partido por falta de luz. En esa época jugábamos hasta que no se veía nada. Don Adaro se acomodó el pantalón (se lo arremangaba un un poco) recogió su saco colgado en un árbol y se fue. El Nacho se recuperó de a poco y fue nuestro héroe: ganamos 7 a 6 y el gordo salvó el partido atajando el penal. La cara le quedó varios días hinchada y con un soberano moretón, que fue para el Nacho Sirasú su trofeo. Se paseaba “orondo” “ufano” por la puerta de mi amor para siempre Julieta Inchausti esperando le pregunten “Nachito, ¿qué te pasó?” y entonces él, pletórico de alegría, exultante narraba el episodio que lo tuvo de triunfal protagonista, con su flequillo sobre los ojos, su cara regordeta inflamada, y su corazón henchido de felicidad.
Y así pasaba la vida
Funes

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