domingo, 2 de enero de 2011

Ragú

Ilustración de Kestutis Kasparavicius
(Del fr. ragoût).

1. m. Guiso de carne con patatas y verduras.

Real Academia Española

El ragú (en francés ragoût, en italiano ragù) es una preparación típica de la cocina italiana que consiste en dejar cocer carnes (aves, caza, pescados, etc) en sus propios jugos (la cacerola con su tapa), durante un lapso prolongado, entre dos y cuatro horas, a baja temperatura.
Como resultado se obtiene una reducción o salsa muy sabrosa, a la cual se deberá haber dispuesto previamente hierbas aromáticas por ejemplo.
En Italia, donde se origina esta preparación, son muy afamados el Ragú napolitano y el Ragú bolognese. El primero es típico de Nápoles y se prepara con diversas carnes vacunas trozadas, al tiempo que el segundo, típico de Bologna, es preparado con carne de cerdo picada.
Suele utilizarse el ragú como salsa para acompañar las pastas y es uno de los ingredientes primordiales de la lasaña. Un equivalente cercano al estofado de la cocina española.

Mmmm qué ragú !

4 comentarios:

Viejex dijo...

Me encanta esta palabra, pero casi diría que omitió su uso en nuestro lunfardo, para significar "hambre"

P/D: Otra palabra para significar hambre que me gusta mucho es "fame".

Barros Matos dijo...

“LA VERDADERA HISTORIA DEL RAGÚ” subtitulada “un misterio menos”, obra del exquisito escritor e historiador Liberto Dinastía, que de estas cosas sabe un montón, nos relata una historia por pocos conocida. Allá por 1890, Ragulino Guletini, hijo de italiano y española, andaba por los 35 años y trabajaba de marinero en un barco inglés, que paró por un par de días en el puerto de Buenos Aires. El primer día en tierra tuvo un lío de polleras que lo puso en serio peligro, obligándolo a desaparecer para siempre del mundo de los marinos, y andando por la ciudad buscando nuevos horizontes, terminó en La Boca, consiguiendo trabajo de ayudante de cocina y lavaplatos en la taberna EL FANTASMA DEL BECERRO, situada en la que hoy es Del Valle Iberlucea al 500. Un día en que faltó el cocinero, se ofreció a suplirlo recordando algunos platos que veía hacer al cocinero del barco. Hombre de escasa memoria, mezcló ingredientes usados para distintas especialidades, y le salió un guiso que, para asombro de él mismo, gustó tanto que todos quisieron repetir. Y comenzaron a pedirlo todos los días, sumándose gente que oía de esta exquisitez y concurría a probarla. Ragulino era conocido como Ragú, sus 2 primeras sílabas, y la concurrencia lo honró poniéndole su nombre al plato. Al poco tiempo, de distintas partes de la Capital concurrían comensales, la taberna quedó chica, hubo que agrandarla y modernizarla, y para no hacer muy largo el cuento, Ragulino terminó de socio y yerno del dueño de esta taberna, que cambió el cartel por uno que decía RESTAURANT RAGÚ. Con el tiempo, se asoció la palabra ragú al apetito, al hambre, y era común oír decir “¡¡tengo un ragú bárbaro, me voy a comer un idem!!
Este sinónimo del hambre ya no se escucha, otra de las riquezas perdidas de nuestro idioma.

Celestacha dijo...

Maravillosa historia Barros...fue así realmente???? de donde conoce tanto ???
Saludos a Viejex y Ud, por supuesto.
Feliz 2011 !!!

Unknown dijo...

Así es. Tengo un ragú!

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