jueves, 6 de octubre de 2011

Bazofia

Ilustración de Chris Mould
(Del it. bazzoffia).

1. f. Mezcla de heces, sobras o desechos de comida.
2. f. Cosa soez, sucia y despreciable.
3. f. Comida poco apetitosa.

Real Academia Española

Usamos la palabra bazofia como sinónimo de: comistrajo, guisote, potingue, bodrio, mejunje, sobras, desechos, despojos, inmundicia, heces, asquerosidad, desperdicio, porquería, suciedad, basura , desecho y mazacote. Pero fundamentalmente se la usa como una forma menos malsonante de decir la palabra "mierda".  Así diremos: Esta comida es una bazofia. Los actores de esta obra son una bazofia. Esa película es una bazofia.

2 comentarios:

Escritora Laura M.Lozano dijo...

Es una palabra que se usa bastante, pero que en realidad, siendo sinónimo de mierda, no se suele cambiar mucho por ella,especialmente con el lenguaje que usan los jóvenes de hoy... que dicho sea de paso es una bazofia, jajaja.
La prefiero como adjetivo para la mala comida, puede sonar hasta divertida, según el contexto.

BARROS MATOS dijo...

La palabra BAZOFIA, nos dijo anoche en el 4 de COPAS el lingüista Mancheritti, es un término multiuso. Posiblemente de los pocos existentes en nuestro idioma. Con la particularidad que siempre se refiere a lo feo, sucio, de mal olor y sabor, asqueroso en una sola palabra. Pero no solo se usa refiriéndose a cosas, si no también a personas y a sus cualidades. Recuerdo, comentó nuestro lingüista, A Adelino Rebeiro. Vivió en este barrio hasta hace unos 30 años. Era joven, vestía bien, hablaba correctamente, trabajaba aparentemente en una agencia de venta de automóviles con local en el centro. Un día, por una de esas casualidades en las que a veces no se cree, se supo de su verdadero oficio. Para decirlo delicadamente, era “protector de las mujeres de la noche”. Alguien que nunca se dio a conocer ni supimos quien era, pintó con letras rojas en la blanca pared de su casa la leyenda ANDATE DEL BARRIO, ASQUEROSA BAZOFIA.
Esto, que puede parecer sólo una anécdota, me hizo pensar, y lo comuniqué a mis compañeros de mesa, que esa palabra, algo fuerte sinceramente para endilgarla a una persona, muchas veces es merecida cuando es necesario caracterizarlo como alguien sin moral ni ética, capaz de aberrantes acciones si hay provecho propio, el que roba honras y pervierte, el que aprovecha la ingenuidad y la bondad del otro para la estafa material que deja pobreza económica y la espiritual que mata las ilusiones y las esperanzas. Porque estos hechos dejan la fealdad de la acción, el oscuro color del ejemplo, el olor rancio de la amargura, el amargo sabor de la fe perdida.
BARROS MATOS

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