domingo, 1 de mayo de 2011

Idilio

(Del lat. idyllĭum, y este del gr. εἰδύλλιον, poema breve).

1. m. Coloquio amoroso, y, por ext., relaciones entre enamorados.

2. m. Composición poética que suele caracterizarse por lo tierno y delicado, y tener como asuntos las cosas del campo y los afectos amorosos de los pastores.

Real Academia Española

Ilustración de Heather Barron
El idilio es un subgénero literario de la poesía lírica griega del Helenismo, el más característico de la bucólica, creado por el poeta siciliano Teócrito y seguido después por Mosco y Bión de Esmirna, de tema amoroso, dialogado entre pastores y desarrollado en una naturaleza agradable o paradisiaca, que su creador identifica con el paisaje de la Arcadia. Su equivalente en la literatura latina o romana posterior es la égloga.

Dedico esta palabra a Julieta, con quien cantamos "Sombras" a dúo.

Cuando tú te hayas ido
me envolverán las sombras,
cuando tú te hayas ido,
con mi dolor a solas.

Evocaré el idilio
de las azules horas.
Cuando tú te hayas ido
me envolverán las sombras.

Y en la penumbra vaga
de la pequeña alcoba
donde una tibia tarde
me acariciabas toda
te buscarán mis manos
te buscará mi boca
y aspiraré en el aire
aquél olor a rosas.
Cuando tú te hayas ido
me envolverán las sombras.

Canción Sombras / Pedro Guerra

1 comentarios:

Barros Matos dijo...

Es verdad. Doy mi palabra de honor de que es cierto. Tengo un amigo que se llama Pedro Idilio. No pongo el apellido por razones obvias. A pesar de la diferencia de edad (35 años) lo considero, y se que me considera, amigo. Lo conocí cuando me mudé al barrio donde vivo ahora, hace 28 años. Era un muchachito delgado, de sonrisa permanente, y una mirada que transparentaba su alma, plena de bondad. Hoy es un hombre que cambió muy poco su físico, y nada su mirada ni su sonrisa. Casado con una mujer que es la otra mitad que se necesitaba para formar una pareja de esas que uno dice “¡da gusto verlos!”. Mientras él es callado y contesta con sonrisas a los chistes, ella es la que ríe a carcajadas y también los cuenta. Los veo 2 o 3 veces por semana, en que concurro al negocio que, con mucho esfuerzo y sacrificio lograron hacer realidad, donde la pareja trabaja. Todo el barrio es cliente de ellos, y en ese local, donde por ende todos nos conocemos, en las horas pico, más que un negocio parece una tertulia de amigos, donde se habla de todos los temas, salpicados con la risa permanente de Sandra, la esposa de este amigo, para algunos Edy, para otros Idilio.
La palabra idilio evoca, decididamente, el amor. La ternura. Ese algo indefinible, que como un velo tenue nos envuelve, nos deja una sensación de dicha tranquila, una pausa serena en el trajín de los días, una brisa, un atardecer melancólico en un domingo de otoño.
No ha de ser por el nombre que le pusieron, si no porque en su corazón, palpita la razón de ser de un hombre bueno. Logró tener una familia que sabe contenerse entre ellos, sin el esfuerzo de pensar como hacerlo.
Me gustó mucho poder escribir sobre mi amigo Idilio. Gracias, Celeste.
BARROS MATOS

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