domingo, 15 de enero de 2012

Cáliz

Ilustración de Xabi Mendoza
(Del lat. calix, -ĭcis, copa).

1. m. Vaso sagrado de oro o plata que sirve en la misa para echar el vino que se ha de consagrar.
2. m. poét. Copa o vaso.
3. m. Conjunto de amarguras, aflicciones o trabajos. Beber, apurar el cáliz.
4. m. Bot. Verticilo externo de las flores completas, casi siempre formado por hojas verdosas y más a menudo recias.

Real Academia Española

Para ilustrarlo comparto un hermoso poema de un poeta afgano nacido en Peshawar en1613. No hay épocas ni tiempos para el amor.

Seducción

Tus undosos cabellos,
que a tu rostro dan sombra,
a la espalda te caen
y fulgura radiosa
tu pupila brillante,
y se ríe tu boca.

Y me embriagan los ecos
de tu voz melodiosa,
como el vino aromático,
que se vierte en las copas:
¡y qué dulce es tu beso
y qué fresca es tu boca!


Y al mirar tus mejillas,
que son hojas de rosa,
mis pupilas contemplan,
fascinadas, absortas,
los hoyuelos formados
al reír de tu boca.

Y si alguno te acusa
de tirana imperiosa
es un hombre inconstante,
cuya fe, cual la onda,
si se pierde, no vale,
el reír de tu boca.

Y tu beso dulcísimo
cual la flor, tiene aroma;
el perfume del cáliz
con que embriaga la rosa,
y las almas seduces
al besar de tu boca.

Tus traiciones olvido,
¡es tu faz tan hermosa!
cuando dices mirándome:
"¡Mis pecados perdona!"
y se ríen tus ojos,
como ríe tu boca.

Mis amigos te llaman
desleal, veleidosa,
¡mas no hay otra tan bella!
¡Toda el alma me roban
tus pupilas negrísimas,
y el reír de tu boca!

Kushal Khan
1613 / 1690
Versión de Luis Castelló

4 comentarios:

BARROS MATOS dijo...

El hombre bajó del tren en la estación de Trenque Lauquen, una destemplada tarde de agosto de 1948. Podía tener, según recordaba el jefe de estación, tanto 60 como 80 años. Lo observó un rato con el aburrimiento del nada que hacer, recordando que permaneció sentado en el viejo banco del andén, con su valijita al lado, apoyada en su cuerpo, bajo su brazo, como quien protege las cosas queridas. Vestía un gastado traje marrón oscuro y un pulóver de cuello alto cuyas mangas eran más largas que las del saco, cubriendo las manos hasta el nacimiento de los dedos. Una barba de varios días teñía de gris su rostro, y sus ojos, de un claro celeste, contemplaban con una mezcla de tristeza y cansancio las vías que se perdían detrás de una curva a la distancia. De pronto, el hombre no estaba más. El jefe había entrado a la oficina a calentar agua para el mate, y cuando salió, un par de minutos después, en el banco sólo estaba la valijita. Corrió de una punta a la otra del andén, fue a la parte de atrás, gritando “¡ Se olvidó la valija!”. Fue en vano, el hombre no estaba. Algunos en el pueblo dicen haber visto a un extraño caminado lentamente, como quien anda donde los pasos lo lleven. No se lo volvió a ver. En el destacamento policial se hicieron cargo de la valija, que contenía muchas fotos, varias de una pareja sonriente, otras con chicos, algunas con niños de diferentes edades. Y pocas prendas de vestir muy gastadas. Nada que informe identidad o domicilio. Esa valija permaneció un tiempo en el destacamento, luego pasó a un depósito de objetos perdidos en la estación de tren.
BARROS MATOS ---- SIGUE

BARROS MATOS dijo...

Una tarde destemplada de agosto de 1972, después de años de seguir pistas falsas, de beber el cáliz de la amargura ante cada esperanza derrotada, un hombre bajó del tren en la estación de Trenque Lauquen. Alrededor de 30 años, bien vestido, preguntó por un hombre con una valijita que llegara a ese pueblo 24 años atrás. Visitó al antiguo jefe de estación, ya jubilado, que recordaba aquella tarde lejana. Sus ojos de un claro celeste lo contemplaban como si estuvieran viendo el relato que escuchaba. La estación ya no era la misma, le contó, varios cambios se le efectuaron en esos años, y muchos objetos olvidados pasaron a otro depósito que ya no estaba…la valijita nunca se encontró, y el hombre aquel se había perdido por una ruta de tierra que lo alejaba del pueblo.
Y por ese mismo camino, como siguiendo una huella de pasos que el tiempo hubiera respetado, el recién llegado partió al atardecer, dejando una historia más para recordar en las largas tardes de domingo o en las mateadas de los anocheceres de invierno.
BARROS MATOS

Celestacha dijo...

Precioso relato Barros...gracias por no dejar nunca de ofrecer hermosas historias en el Arca. Un escritor de buena cepa !!!

Anónimo dijo...

El hermoso poema que ilustra la palabra cáliz fue escrito en el siglo 17. Sin embargo, puedo afirmar sin ningún temor que podría haber sido escrito por cualquiera de los contertulios del café al que diariamente asisto. Incluso por mi mismo, salvando en este caso la riqueza del que publica la editora con relación a mi mediocridad como escritor fruslero.
Afirmo esto porque el autor del poema de hace casi 400 años y los amigos del bar de esquina "Dos Cuchillos" tenemos la misma e idéntica filosofía respecto al valor inconmensurable y trascendente del beso. Vean ustedes: todas y cada una las estrofas rematan aludiendo a la boca de la dama y a los besos de esa boca. Y parece que la dama era veleidosa, desleal, traicionera. Pero al tipo no le importa nada de esas traiciones: lo tolera todo porque la ha besado. Y es en el beso en donde se conjuga el amor fatal, infinito y definitivo, así el amor dure solo 18 minutos.
Noten la pasión del protagonista y su necesidad casi orgánica por contar con la boca de ella unida a sus labios. No le importa nada.
Leí obviamente a mis amigos del bar este poema, y uno de ellos,"Caverna" el del taxi, dijo con claridad meridiana "hoy por hoy, al tipo ese del verso que leyó Funes lo degradarían con un mortal 'cornudo', pero... pero es de los nuestros el hombre". Y remató don Acevedo, 99 años, dueño de la librería de viejo mas importante de la Argentina "Papeles de Oriente": "el tema es así muchachos y no hay que darle mas vueltas al asunto. El tipo besa a la mujer y es allí en donde se enamora para siempre... En el beso. Y aunque la mujer lo desprecie, lo ignore, lo 'ningunee', o incluso lo traicione, para el hombre, si del beso surgió el amor, será para siempre. Por eso aconsejo: cuidado con besar a la mujer equivocada. Ella será feliz igual, y el hombre sucumbirá definitivamente detrás de esos labios".
Finalmente digo que el tema del beso, así como lo relata magistralmente el autor del poema, es un tema que vive rondando mis esquinas interiores. Tan es así que ya mismo dejo de escribir y me pondré a mirar durante un rato largo el cuadro "el beso" de Klimt.
Funes

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