1. f. Discurso o escrito violento e injurioso contra alguien o algo.
Real Academia Española
En la etimología de la palabra diatriba hay una curiosa evolución semántica. Diatriba deriva del vocablo latino diatriba, que a su vez proviene del griego diatribé, que significa conversación filosófica, pasatiempo, entretenimiento. Llega al Castellano a través de la palabra francesa diatribe (Corominas).
Aparte de la RAE, otros diccionarios amplían y precisan un poco más esa definición, pero conservándola en lo esencial. María Moliner, por ejemplo, en su famoso Diccionario de uso del español dice: «Ataque. Invectiva. Discurso o escrito que contiene injurias o una censura violenta contra alguien o algo». Y
el novísimo Diccionario de Uso del español de América y España, de VOX, reitera la idea original, pero agrega una segunda acepción: «Discurso escrito u oral en el que se injuria o censura a alguien o algo (Š). 2. Injuria o censura contra alguien o algo». Es pertinente, en verdad, distinguir entre la diatriba como escrito o
discurso, y la diatriba como acto o comportamiento humano.
Pero es bueno advertir que la diatriba, aunque comparta sinonimia con vocablos como invectiva, dicterio, denuesto y algunos más, no debe confundirse con otros actos de parecida carga semántica, pero
que no son lo mismo. Por ejemplo, la calumnia, que es otra cosa y mucho más aborrecible. Se puede emitir el insulto más airado sin que conlleve calumnia. Y esta, a su vez, puede ir dentro de un discurso
totalmente ajeno a la violencia verbal.
En la historia ha habido casos de diatribas muy famosos. Se trata de figuras prominentes, que han manejado la diatriba con un excelente dominio del lenguaje, hasta hacer de ella un arte y llevar tal tipo de discurso hasta la dignidad de verdadero género literario. Son personas de gran cultura e ingenio, en quienes la violencia verbal no se apoya en la vulgaridad ni en la chabacanería, por lo que llegan a despertar la admiración hasta de sus propios enemigos, y aun de aquellos a quienes van dirigidas sus invectivas.
En la antigüedad son famosos los casos de Demóstenes, en Grecia, y Cicerón en Roma. El primero fustigó incesantemente a Filipo, rey de Macedonia y padre de Alejandro, con tal vehemencia que sus
discursos dieron origen a la palabra filípica, definida como «Invectiva, censura acre» (DRAE). El segundo fue igualmente célebre, entre otras cosas por sus diatribas contra Catilina, de donde, de manera semejante surgió la palabra catilinaria: «Escrito o discurso vehemente dirigido contra alguna persona» (Ibídem).
4 comentarios:
Muy buena las explicaciones sobre la palabra “diatriba”. Respecto de aquellos que utilizaron la diatriba lejos de lo chabacano y con lujoso uso del idioma, acariciando de cierta forma, el arte mismo, aporto el caso de quien fuera quizá uno de los intelectuales más prominentes de su tiempo en el continente americano: Domingo Faustino Sarmiento. Sus “diatribas” contra Alberdi y contra Mitre fueron famosas, tanto como los escritos que desde su diario “La Nación” publicaba el general aludido contra el sanjuanino. Brillantes piezas literarias, brillantes discursos, duros para con el rival en grado sumo, sin dejar escapar una sola grosería.
Y traigo un caso muy interesante.
Uruguay. Primeros pasos del siglo XX. El país sudamericano había ingresado en lo que se llamó “Estado de Bienestar” y era la envidia del mundo civilizado. José “pepe” Batlle y Ordoñez fue el presidente que fundó las bases del crecimiento del “paisito”. Pertenecía al Partido Colorado, y fue desde la primera magistratura, durísimo con la Iglesia: promovió la total separación de la misma con el Estado. Y fue por más: la “semana santa” pasó a llamarse “Semana de Turismo”, el día de Navidad, pasó a llamarse “Día de la Familia” y así con cada conmemoración católica.
Enfrente, el Partido Nacional, de raigambre ruralista, más conservadora, más apegado a los cánones eclesiásticos. Y uno de sus militantes prominentes: Washington Beltrán, quién desde el períodico “El País” hostigaba al ex presidente con “diatribas” que aparecían a diario. La última que publicó Beltrán se tituló “Qué Toupet” (Qué Tupé).
Enojó tanto a Batlle y Ordoñez que el embravecido político ya veterano, no dudó: lo retó a duelo. Quiso así lavar su honor mancillado por una diatriba que no contenía un solo insulto, una sola mala palabra.
Se produjo el duelo una mañana lluviosa. Padrinos por ambos lados y el médico necesario para estos menesteres. Fue a pistola. Y Batlle mató a Beltrán. En cuanto el médico comprobó el deceso el ex presidente se retiró del lugar. Fue a su encuentro su hijo (que luego sería también presidente del Uruguay) e intentó abrazarlo. “no me toque!” dijo severo, el “pepe” Batlle. “He matado a un hombre”.
Todo por una “diatriba.
Funes
Como bien nos informa en la portada nuestra editora, DIATRIBA proviene del griego DIATRIBÉ, que significa conversación filosófica, entretenimiento. En lo que no estoy de acuerdo, es que en el presente haya significado una “evolución” semántica. Creo que en cambio, de aquellas conversaciones filosóficas en la antigua Grecia, hemos pasado a esta DIATRIBA argentina (no sé si en otros países, pero presumo que en más o en menos, es lo mismo) pasamos, decía, a la ofensa, al insulto, a la descalificación, usando todo aquello que nos sirva al efecto: verdad, hipocresía y/o mentira puesta al alcance de la gente. Y lamentablemente, nadie se salva ni intenta hacerlo, de usar la diatriba con ese fin en sus escritos y discursos, con total ausencia de auto respeto, quienes ostentan desde los más altos cargos de toda la dirigencia política, sindical, futbolística, empresarial, con la ofensa directa o enmascarada en ironías guarangas y chabacanas, atentando impunemente contra nuestro hermoso idioma. Y, más lamentable aún, ese ejemplo cunde, y escuchamos usarla a quienes aún no han llegado a la adolescencia, con una impudicia que no respeta ni la presencia de personas mayores. La DIATRTIBA entendida de esta espantosa forma, es parte integrante, hoy, con total impunidad, de la vida de los argentinos, desde la calle hasta todos los medios de comunicación.
Entiendo lo que siente Barros, sentimos todos la decadencia en el mal hablar acompañado de la falta de respeto. Pero creo que hay que hacer hincapié en que la diatriba es todo un género que se separa de la calumnia. Y que tiene que ver con el buen hablar, con el buen discurso, con la inteligencia puesta en el discurso. En la medida en que la media de la cultura de un país decaiga, estas capacidades en el hablar se pierden. Y caemos en el grotesco, la calumnia y la chabacanería.
Mis cariños para el día de hoy.
Una diatriba
https://changuarepugnantex.wordpress.com/2016/02/29/diatriba-al-amor-de-mi-vida/
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