domingo, 22 de mayo de 2011

Zaragutear / Zarabutear

Ilustración de Pablo Bernasconi
(De zarabutear).

1. tr. coloq. Embrollar, enredar, hacer cosas con impericia y atropellamiento.

2. intr. El Salv. hurgar (‖ revolver en el interior de algo).

Real Academia Española

3 comentarios:

Barros Matos dijo...

Estoy escribiendo desde un bar en la ruta, que tiene WIFI. Sigo en tierras lejanas, pero ya no en esa ciudad extraña y hostil. Pero demoré 2 días en poder salir. No se conseguía combustible (como en casa, ¿no?) en este caso porque los camiones no se acercaban por razones que no se explicaban bien, raras como todo lo que allí sucedía. Salí a pararme en la ruta desde la mañana temprano, yo tenía rudimentarios conocimientos del idioma del país y un diccionario, e intentaba manejarme con eso y el inglés. Al 2º día conseguí que un motociclista me acercara hasta una estación de servicio donde cargué 2 bidones, y solidariamente, el chico de la moto me devolvió hasta la entrada del pueblo. Más adentro se negó a ir. Caminé 9 cuadras con los bidones hasta el auto, cargué el tanque, puse en primera y me fui sin dejar saludos. La verdad, no tenía a nadie a quien hacérselos llegar. Me dediqué a conversar con personas de pueblos de los alrededores, almacenes de campaña, chacras donde me convidaron con leche recién ordeñada y en una ocasión, llegué a un campo justo a tiempo para un asado. Siempre bien recibido en todas partes. Y mis preguntas sobre esa ciudad oscura y lúgubre tuvieron muchas respuestas, algunas, para mi, disparatadas, otras posibles pero muy raras, ninguna segura. Todo estaba muy embrollado, sobre todo por las dificultades con el idioma. En lo que sí coincidían, era que hasta hacía unos pocos años era una población como cualquier otra. Luego, algo cambió. Sin explicación razonable y segura. Al final, el fracaso de mi actividad en esa ciudad que esperaba distinta, se transformó en un largo paseo de una semana por sus campos aledaños, donde todo era diferente, amable, cordial, y las dificultades del idioma no interferían en la buena relación. Y mientras escribo esto en un descanso en mi camino de regreso, me doy cuenta con lógico asombro, de algo que no noté a pesar de haber recorrido casi todas aquellas tristes calles, y que, por raro que parezca, nadie me hizo conocer. Consternado y comprensivo, me di cuenta que en esa ciudad…no había niños.
BARROS MATOS

Anónimo dijo...

Pasan cosas raras en la vida don Barros, pasan cosas. Mire Ud.: sin pretender siquiera emular la extraña situación que ha vivido, le cuento que me perdí del blog y de los comentarios por bastante tiempo porque también he salido de viaje. La cosa es mas o menos así. Tuve entre mis manos una piedra preciosa. Hermosa. En verdad, exagero, no entre mis manos, sino al alcance de ellas. Y mi atracción fue fatal: quedé obnubilado, perdidamente ensimismado por ella. Pero ni siquiera pude tocarla. Y creo don Barros que en la vida, tocar es importante. Hay que tocar. Con las manos o como sea. Tocar. Bueno. La cuestión es que se me pasó la posibilidad de tocar esa piedra preciosa, que le aseguro es tan única como el Aleph del cuento de Borges. El problema es que la vedada posibilidad de tomarla entre mis manos fue por mi exclusiva responsabilidad. Por mi culpa. En lugar de hacer silencio, un silencio profundo, infinito, y calladamente extender las manos para tomarla a la piedra preciosa, me equivoqué, me puse a hablar. Sin parar. Y digamos que embrollé todo, comencé como un tarado a zaragutear la situación. No se si hubiese tenido éxito si me quedaba callado y extendía mis manos. Pero le aseguro que el silencio solemne y fugaz hubiese sido mejor aliado que mis palabras. La cosa es que me rajé. Significa que me fui de viaje para olvidar y de paso dejar de escribir (otra vez más… y van…). Pero hoy no pude con mi genio y entré al blog. Es que ¿sabe don Barros? Anoche soñé con ella, con la piedra preciosa.
Está presente, al menos, en mis sueños.
Allí –en ese mundo falso pero mío de los sueños- la contemplo en silencio.
Un abrazo don Matos.
Funes
PD.: ni alcoholizado averigüe ud. porqué no había niños en el pueblo.

BARROS MATOS dijo...

Lo extrañaba, amigo Funes. Ausencias prolongadas infunden nostalgias, y nos hacían falta sus comentarios plenos de sensibilidad y riqueza intelectual. Esa piedra preciosa, no sé si Ud. lo sabe, son sus ideas y sus palabras. No se vuelva a ir tan lejos, no se pierda que nos hace falta. Bienvenido, amigazo.
BARROS MATOS

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