Ilustración de Grahan Franciose |
(Del lat. ferax, -ācis).
1. adj. Fértil, copioso de frutos.
Real Academia Española
Algunas semillas caerán en pedregales; otras en las márgenes del camino donde las devoren las aves; otras en suelo estéril; pero no dejarán de caer, aunque sean pocas, las que arraiguen en feraz terreno y con el tiempo broten, entallezcan, ahijen, medren, florezcan y fructifiquen.
3 comentarios:
Incluyó en la cita otra palabra digna de mención: medrar
Adelmar De Mario era un mentiroso crónico. Casi un mitómano, sin el arte que estos personajes imponen en sus mentiras. Porque un mitómano intenta poner belleza y sublimar los hechos. No. Este muchacho, simplemente y sin eufemismos, era un macaneador. Le encantaba alardear de sucesos que no conocía ni lugares donde nunca había estado, porque la conversación trataba estos hechos. Concurría periódicamente al 4 DE COPAS y si estábamos, se sumaba a nuestra mesa, sin ser invitado, y únicamente por educación lo tolerábamos. A su buena memoria sumaba una imaginación feraz, retenía los relatos que escuchaba, en silencio, y después se refería a ellos. Por ejemplo, una noche Liberto Dinastía comentaba el tema de su 9º libro inédito RELATOS DE VIAJES, Y nos hablaba de sus recuerdos del París nocturno, que escuchábamos en arrobado silencio. Cuando terminó, nos quedamos sin palabras, en nuestras mentes desfilaban como en una película los lugares relatados. Y el silencio fue roto por Aldemar. “Así es, de verdad…yo estuve” Y comenzó a hablar del Arco del Triunfo, Les Champs Élysées, El Molin Rouge, y a los 3 minutos su conversación derivó a un amigo que encontró una noche, el drama de este hombre, inventando situaciones dramáticas…y terminó diciendo La próxima vez les traigo las fotos que saqué. “¿A si, che? ¿Y cuándo fuiste?” “Hace unos años, y hablando de otra cosa…” Cambiaba de tema.
BARROS MATOS--- CONTINÚA
Hasta que una vez, cansados de hacer los tontos ante sus mentiras, lo obligamos a hablar de su viaje en auto por la precordillera. Había que felicitarlo. ¡Qué imaginación! Se detenía en algunas pequeñas cosas que recordaba de los mapas, y hablaba pocos minutos sobre pueblos y caminos, y un largo tiempo sobre un neumático reventado, la odisea para cambiarlo en la ruta estrecha, el auto que paró con una mujer con la que luego…etc.etc. Su fértil imaginación no se detenía ante ningún obstáculo. Se murió por una hemorragia interna cuando participó en un concurso de tomadores de alcohol puro con 10% de kerosén, en un tugurio infecto de la ruta, mintiendo que había ganado campeonatos similares en otros países. Ahí nos enteramos que hasta el nombre era falso. Se llamaba Pablo Magín, y la verdad, hacía honor al apellido.
BARROS MATOS
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