Ilustración de Leicia Gotlibowski |
(Del lat. acidĭa, y este del gr. ἀκηδία 'negligencia').
1. f. Pereza, flojedad.
2. f. Tristeza, angustia.
1. f. Pereza, flojedad.
2. f. Tristeza, angustia.
Real Academia Española
Se trata pues de un estado emocional y mental caracterizado indistintamente por apatía o melancolía: estado de acedia. En sus aplicaciones, parecería que la pereza se refiere más al cuerpo, a un estado físico, en tanto que la acedia está más relacionada con un estado del alma.
He aquí una primera aproximación al término. La palabra castellana es heredera de un rico contenido etimológico que orienta para comprender mejor su sentido.
Las palabras latinas acer, acris, acre, aceo, acetum, acerbum, portan los sentidos de tristeza, amargura, acidez y otras sensaciones fuertes de los sentidos y del espíritu. Los estados de ánimo así nombrados son opuestos al gozo, y las sensaciones aludidas son opuestas a la dulzura.
Para el cristianismo la acedia es uno de los pecados capitales. Por ello se la suele encontrar en manuales o diccionarios de moral o de espiritualidad. En estos textos se la puede encontrar en todas sus formas: en forma de tentación, de pecado actual, de hábito extendido como una epidemia, y hasta en forma de cultura con comportamientos y teorías propias: a fuerza de haber dejado de verla se ha dejado de saberla nombrar, señalar y reconocer. Muchísimas veces ni siquiera se lo advierte allí donde está a fuerza de considerarlo como un hecho natural y obvio.
El Catecismo de la Iglesia Católica (=CIC) la nombra - acentuando la í: acedía - entre los pecados contra el Amor a Dios. El Catecismo la define así: "La acedía o pereza espiritual llega a rechazar el gozo que viene de Dios y a sentir horror por el bien divino" (CIC 2094). La acedia se presenta, en la práctica, como una pereza para las cosas relativas a Dios y a la salvación, a la fe y demás virtudes teologales.
Se la entiende como decadencia de un estado mejor, esta pérdida del gozo, de la dulzura y del fervor, y su transformación en tristeza, avinagramiento o frialdad ante los bienes divinos o espirituales, parece emparentar con la apostasía o conducir a ella. Es, en muchos casos, un apartarse de lo que antes se gustó y apreció, porque ahora, eso mismo, disgusta, entristece o irrita.
La acedia se opone directamente a la esperanza, a la fortaleza, a la sabiduría y sobre todo a la devoción, al fervor, al amor de Dios y a su gozo.
6 comentarios:
Que gusto que vuelvas con tu interesante rescate de las palabras.
Esta define un estado de animo que siento a veces.
No le veo el sentido a denostar la melancolía.
y la pereza no es tan mala a veces tampoco, hay que darse lugar para todo y no todo puede ser perfecto además...
la religión toooodo lo toma contra Dios ja... salu2!
Gracias JLO por tu comentario, y gracias Demiurgo por tu presencia a lo largo de estos que ya van siendo años !!!. He decidido retomar el blog porque no me resigno al abandono. Y sé que cuento con el aliento que me llega de los compañeros blogueros de toda la vida. Saludos !!
Me recomendaron este blog.
Me ha seducido.
Te sigo.
Besos.
he encontrado un refugio tanto visual como cultural, Gracias por retomarlo y yo por tener el placer de hoy encontrarlo...
Bienvenida SIL y Macaluna, prometo hacer buena letra. Saludos !
Publicar un comentario