1. adj. Prevenido, cuidadoso y diligente para proveer y acudir con lo necesario al logro de un fin.
2. adj. Propicio, benévolo.
Real Academia Española
CANCIÓN DE LA VIDA PROFUNDA
El hombre es cosa vana, variable y ondeante
Montaigne
Montaigne
Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
como las leves briznas al viento y al azar.
Tal vez bajo otro cielo la gloria nos sonríe.
La vida es clara, undívaga y abierta como un mar.
Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.
Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...
-¡niñez en el crepúsculo!, ¡lagunas de zafir!-
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.
Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña oscura de oscuro pedernal:
la noche nos sorprende con sus profusas lámparas,
en rútilas monedas tasando el Bien y el Mal.
Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano la carne la mujer:
tras un ceñir de talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.
Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noche lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos pueda consolar.
Mas hay también ¡oh Tierra! un día... un día... un día
en que levamos anclas para jamás volver...
Un día en que discurren vientos ineluctables.
Porfirio Barba Jacob (1883-1942)
4 comentarios:
Que bella palabra. Que imagen maravillosa.
El poema una delicia.
Te dejo mi cariño.
Creo que la más importante de las acepciones de PRÓVIDO es “proveer y acudir con lo necesario al logro de un fin”. Hoy, esa definición es importantísima, cuando encontramos en el diario vivir una ausencia de solidaridad en lo que hace al comportamiento humano. Vemos un desdén por la naturaleza que resulta dañada por la codicia y el apetito desmesurado de las grandes industrias; sabemos de la cantidad enorme de niños que mueren en el mundo víctimas de enfermedades evitables; y la indiferencia por ese bien esencial que es la vida, cuando la ambición de dominar prima por sobre las responsabilidades de los hombres que disponen del poder.
Pienso entonces en quienes, desde el pequeño y a veces anónimo espacio al cual pueden acceder, acuden a proveer las necesidades de aquellos olvidados, marginados, excluidos, invisibles ante el gran poder, con el único equipaje de su esfuerzo, sacrificio, vocación de solidaridad.
El recuerdo de la Madre Teresa de Calcuta, el Dr. Albert Schweitzer, y la presencia de los Médicos sin Fronteras, la valentía de la Hermana Marta Peloni, el empeño y la tozudez de esas mujeres que cocinan en los comedores populares, los bomberos voluntarios…y tantas muestras más de desinterés y necesidad de apoyar a quienes lo necesitan,(podría llenar páginas) y a quienes englobo en los que he nombrado. Son la esperanza de una humanidad que, en los escalones superiores del poder, muestran aspectos de una preocupante decadencia.
BARROS MATOS
Respecto a que me busque un apodo...lo pensé, Celeste, pero prefiero, si le parece bien, para acortar mis 2 apellidos, que haga como hacen mis amigos: dígame Matos, simplemente, aunque firme los comentarios con ambos.
con mi aprecio de siempre.
Hola Celeste,un lujo regresar a tu casa, aquí me quedo,eres muy amable, buena tarde,besos vespertinos...
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