(Del lat. offuscāre).
1. tr. Deslumbrar, turbar la vista. U. t. c. prnl.
2. tr. Oscurecer y hacer sombra.
3. tr. Trastornar, conturbar o confundir las ideas, alucinar. U. t. c. prnl.
ofuscamiento.
(De ofuscar).
1. m. Turbación que padece la vista por un reflejo grande de luz que da
en los ojos, o por vapores o fluxiones que dificultan la visión.
2. m. Oscuridad de la razón, que confunde las ideas.
Real Academia Española
Cuando algo nos impide pensar con claridad, estamos ofuscados: el cansancio ofuscaba su mente.
También cuando una luz nos deslumbra impidiendo la visión: el perro se ofuscó con los faros del coche. O bien cuando el enojo o la ira nos hace sentir ofuscados.
En todos los casos, hay algo físico o emocional que nos impide la claridad de visión externa o interna ( pensamiento ).
Algunos sinónimos son: cegar - desorientar - enceguecer - obcecar - obnubilar
La ofuscación se refiere a encubrir el significado de una comunicación haciéndola más confusa y complicada de interpretar. Es un término que se ha hecho extensivo a la informática, para referirse a cambios deliberados en los código fuentes de un programa informático con el fin de que no sea fácil de entender o leer.
La ofuscación puede servir para otros propósitos. Los médicos han sido acusados de usar una jerga para encubrir hechos desagradables de un paciente. El autor y doctor Michael Crichton ha afirmado que la escritura médica es un "intento altamente capacitado y calculado de confundir al lector"
Comparto una hermosa leyenda india que tiene relación con el vocablo que rescatamos hoy.
LAS TRES PIPAS / LEYENDA INDIA
Una vez un miembro de la tribu se presentó furioso ante su jefe para informarle que estaba decidido a tomar venganza de un enemigo que lo había ofendido gravemente.
¡Quería ir inmediatamente y matarlo sin piedad!
El jefe lo escuchó atentamente y luego le propuso que fuera a hacer lo que tenía pensado, pero, antes de hacerlo, llenara su pipa de tabaco y la fumara con calma al pie del árbol sagrado del pueblo.
El hombre cargó su pipa y fue a sentarse bajo la copa del gran árbol.
Tardó una hora en terminar la pipa. Luego sacudió las cenizas y decidió volver a hablar con el jefe para decirle que lo había pensado mejor, que era excesivo matar a su enemigo pero que sí le daría una paliza memorable para que nunca se olvidara de la ofensa.
Nuevamente el anciano lo escuchó y aprobó su decisión, pero le ordenó que, ya que había cambiado de parecer, llenara otra vez la pipa y fuera a fumarla al mismo lugar.
También esta vez el hombre cumplió su encargo y gastó media hora meditando.
Después regresó a donde estaba el cacique y le dijo que consideraba excesivo castigar físicamente a su enemigo, pero que iría a echarle en cara su mala acción y le haría pasar vergüenza delante de todos.
Como siempre, fue escuchado con bondad, pero el anciano volvió a ordenarle que repitiera su meditación como lo había hecho las veces anteriores.
El hombre medio molesto pero ya mucho más sereno, se dirigió al árbol centenario y allí sentado fue convirtiendo en humo, su tabaco y su bronca.
Cuando terminó, volvió al jefe y le dijo:
- “Pensándolo mejor, veo que la cosa no es para tanto. Iré donde me espera mi agresor para darle un abrazo. Así recuperaré un amigo que seguramente se arrepentirá de lo que ha hecho”.
El jefe le regaló dos cargas de tabaco para que fueran a fumar juntos al pie del árbol, diciéndole:
- “Eso es precisamente lo que tenía que pedirte, pero no podía decírtelo yo; era necesario darte tiempo para que lo descubrieras tu mismo”.