martes, 30 de agosto de 2011

Ineluctable

lustración de Michael Parkes
(Del lat. ineluctabĭlis).
1. adj. Dicho de una cosa: Contra la cual no puede lucharse.  

Real Academia Española

Hablar de catarsis es ,ineludiblemente, hablar de tragedia griega Y entonces quise recordar algo de aquellas tragedias leídas en tiempos universitarios a través de este término que nos recuerda el "destino ineluctable" del que pocas veces podemos escapar.

La tragedia ineluctable 

En el siglo VI a.C. se inicia en Grecia un florecimiento artístico que, aunque responde a claros precedentes, requería un mayor grado de civilización, y que alcanzaría su plenitud en el siglo siguiente con el sabio y extenso gobierno de Pericles. Éste promueve que todo el pueblo, incluyendo a sus sectores más modestos, pueda asistir a los espectáculos religiosos y teatrales que se representan en Atenas. Así surge y se populariza la tragedia, representación de origen dionisíaco que poco a poco ha ido incorporando personajes individuales que dialogan entre si, encarnando tramas dramáticas cada vez más complejas, que son explicadas o comentadas por el coro. 
El primer gran dramaturgo fue Esquilo, un veterano de las guerras médicas, que a mediados del siglo VI a.C. llegó a triunfar en doce certámenes dramáticos y obtuvo galardones por sus obras en cincuenta y dos ocasiones. De su amplísima producción han podido conservarse siete piezas notables: Prometeo encadenado, Los siete contra Tebas, Los Persas, y Las suplicantes, además de la trilogía llamada La Orestíada (Agamenón, Las Coéforas y Las Euménides). 
Las tragedias de Esquilo son tremendas y tenebrosas, llegando en su tiempo a aterrorizar a los espectadores. Su tema de fondo es siempre la fuerza ineluctable del destino, expresada en audaces metáforas y con un profundo sentido religioso. 
Poco después aparece en escena Sófocles, que durante unos sesenta años será el dramaturgo preferido por el pueblo ateniense, al que cautiva y conmueve con más de cien exitosas tragedias. De ellas han quedado también siete, entre las que sobresalen Antígona, Electra, Edipo Rey y Edipo en Colona, que refieren la mítica saga de la dinastía real de Tebas. Tal vez Sófocles no alcanza la grandeza trágica de algunas escenas maestras de Esquilo, pero su verso rico y expresivo otorga matices más complejos a unos personajes que han llegado a ser arquetipos del infortunio de hombres y mujeres ante la fatalidad que marca sus vidas. 
El terceto de padres fundadores de la tragedia se completa con Eurípides, que suaviza el poder inexorable de la predestinación en los conflictos humanos, para resaltar la intervención de las pasiones. 
Este autor pone por primera vez sobre un escenario el juego del amor, el odio, los celos, la envidia y el ansia de poder como sentimientos que rigen los destinos terrenales, aunque los dioses sigan vigilando desde el foro. Como obras principales de este dramaturgo más "moderno" que sus ilustres predecesores, se cuentan Alcestes, Medea, Las troyanas, Orestes e Ifigenia en Táuride, entre las diecisiete tragedias que han llegado a nuestros días. 
Fuente Magnaverum

4 comentarios:

BARROS MATOS dijo...

El destino ineluctable de los hombres y los pueblos los ha puesto, a través de los siglos, en esa encrucijada, esos caminos entrecruzados donde se hace imposible elegir, y se debe transitar indefectiblemente por uno, por ese, por el señalado, aunque no fuera el que se quisiera elegir. Hay nombres en la historia que conforman estos hechos incontrastables. José Sánchez Pedroza, (Vigo, Pontevedra, 1969) en su relato SEFARAD, premio Diputación de Badajoz año 2000, une en un texto admirable por su belleza, síntesis y sentido de la estética, con un lenguaje exquisito, el destino ineluctable de un pueblo, a través de la historia del regreso de un hombre a sus raíces. Deja entrever durante el relato aquel principio que lo obligó a dejar su tierra, su Barcelona, perseguido por su fidelidad a su fe religiosa, a sus tradiciones, y huir hacia lo desconocido. Y en un deambular infernal por un mundo hostil y despiadado, transcurre su vida hasta que, abatida su familia por el derrumbe de una tierra en llamas, una guerra que lo tiene de rehén, comienza, a pie y sin nada, solo con su desventura, el largo camino del retorno, desde Novi Travnik y a través de los Alpes Dináricos, hasta alcanzar la tierra que lo vio nacer y lo obligó a huir. Es esta la síntesis. Contar algo más, sería quitar la esencia del relato, su riqueza, la maravilla de los giros literarios, la crudeza de los hechos. Sanchez Pedroza cuenta a un pueblo en un hombre, ni siquiera en toda la vida de este, si no, solamente, en el largo andar de un retorno ineluctable.
BARROS MATOS

Anónimo dijo...

Nuevamente destaco la labor de la editora. Muy buena la entrada y también muy bueno el comentario de Barros. Ahora bien, llevando la palabra “ineluctable” a la vida real, a lo que pasa en la vida cotidianamente, me pregunto ¿existe algo que sea verdaderamente “ineluctable”? ¿Existe aquello que, por más que luchemos y luchemos no podremos finalmente evitar?. El amigo Barros Matos cita el relato “SEFARAD” al cual no conozco pero me llevó a pensar en las peripecias del pueblo judío y ese destino trágico que aparece en los libros de historia como “ineluctable”. Yo me resisto a pensar que más allá de la posibilidad del final trágico, éste no es más que una posibilidad dentro de un abanico; que la palabra “imposible” es tan solo la opinión de algunos que no pueden en definitiva cambiar su propia realidad. ¿Era ineluctable, sin remedio, la matanza de seis millones de judíos en los campos de concentración?. No. Fue tan solo la decisión de que ello ocurra trágicamente. ¿Porqué los aliados en la segunda guerra no bombardearon las vías ferreas que llevaban a los judíos de los campos de concentración a los de exterminio? DE haberlo hecho, en millones se habría evitado la matanza salvaje. ¿No pudo evitar Moisés andar y andar por el desierto 40 años, perdido hasta llegar con su pueblo a la tierra prometida?. Podría sin dudas haberlo evitado: lo que ocurrió es que el accionar del pueblo del libro mereció la decisión de Dios de que transiten en círculos: el objetivo era que ninguno de los que salieron de Egipto entre a la tierra prometida, y que allí ingrese la nueva generación, porque los otros no tuvieron el comportamiento que debieron tener para ser acreedores de llegar a la tierra de la leche y la miel. ¿Es ineluctable mi destino?. Cierta vez le pregunté a Jack Fucks un sobreviviente de un campo de exterminio nazi, cómo hizo para sobrevivir. “Puede haberme ayudado el azar, la suerte. Pero, siempre pensé que en la peor de las situaciones se podía estar lo mejor posible. Siempre creí que en el punto final de un destino trágico, había la posibilidad de elegir, pensar y elegir”.
En fin…
Funes

BARROS MATOS dijo...

Amigo Funes, muy buena su reflexión. Nada sería ineluctable si alguien, que debe obrar con el firme y sostenido sentido de la justicia, cumpliera con su deber humanitario. Nada sería ineluctable, en su ejemplo, si los aliados hubieran querido evitar el asesinato de millones de seres humanos en campos de la muerte. Y voy más atrás, No hubiera sido ineluctable el sino de esas personas si los ciudadanos de la tierra de Goethe y Mann no hubieran aceptado ser parte de la locura homicida de un dictador que buscaba un imperio de mil años para su raza elegida. También podemos hablar de que las guerras antiguas y actuales serían una entelequia si el mundo fuera poblado por seres co estricto sentido de la justicia y la razón. El cerebro del hombre tiene un lugar para la violencia y otro para frenarla. Como este último no ejerce su acción, tanto en los violentos del fútbol como en quienes tienen los destinos del mundo en sus manos, cuando las conveniencias les aconseja ejercer la violencia, esta se torna ineluctable.
El mundo es así. Por eso el hambre azota África, el narcotráfico resulta un negocio muy rentable aunque la droga elimine miles de personas cada año…amigo Funes, disculpe esta intromisión en su aporte al blog, le dejo un fuerte apretón de manos.
PD: ¿sabe que lo extrañaba? Bienvenido.
Barros Matos

BARROS MATOS dijo...

Este cambio de opiniones sobre lo ineluctable, me ha hecho pensar sobre el destino de la humanidad, sobre este planeta, este mundo que, por ahora, es el único que tenemos para conocían habitar. Ya en los albores de la historia, cuando los primeros seres gigantescos comenzaron a habitar la tierra, el comerse los unos a los otros era la tragedia que no pero que efectuaban rutinariamente, sin lo necesario para elucubrar un pensamiento. Y al pasar de los siglos, a la llegada del homo sapiens, los hombres pensantes, razonadores, presuntamente desde los marginales hasta los intelectuales y los poderosos, se siguió con la costumbre de comerse los unos a los otros, ya no literalmente, si no usando los métodos modernos que se aprendió en la escuela de la vida, esa donde nadie enseña y todos conocen los efectos de la hipocresía, la mentira, el acoso, el chantaje, el soborno, buceando en el interior del alma de los hombres en búsqueda de ese lado flaco, situado entre la vileza y la ambición. El poderoso por estatus social o financiero, o ambos generalmente, dispone de las armas para encerrar a su víctima, e intentar volver ineluctable su intención de resistir. Y hemos sido testigos de hombres que lucharon contra ese destino, se negaron al soborno, el acoso, la extorsión, hasta que tomó otro cariz, cuando la amenaza criminal recayó sobre su familia. La humanidad ha perdido el humanismo. No ahora, viene de años, de siglos. Simplemente, adoptó la tecnología como nueva arma. No dejando de conservar, por si acaso, el recurso del matonaje. Ningún chantaje o soborno es ineluctable hasta que la víctima se encuentra sin defensa, cuando hasta la ley, por razones obvias, lo ignora. Ninguna guerra es ineluctable, son todas pasibles de no ser, si quienes ganan con ellas renuncian a llevarla a cabo por un renacer del humanismo perdido. El odio racial y sus incontables consecuencias serían historia antigua si la gran mayoría no se dejara convencer por los xenófobos, de que sus males son consecuencia de cierta raza o grupo de emigrantes. ¿Cómo hacer para que lo ineluctable deje de serlo? Cada vez observamos, con mayor crudeza, el crecimiento del delito, del odio, de la ofuscación, de las consecuencias entre los más débiles de las crisis internacionales, que, ¡o casualidad! Parece no hacer mella en quienes, sonrientes en la televisión, nos cuentan como mejorarán la situación que ellos mismos crearon. Los falsos paraísos del consumismo como prueba de progreso y bienestar, es otro de los ineluctables caminos que nos llevarán, antes de lo que pensamos, a mirarnos unos a otros, asombrados, de cómo han cambiado las cosas. Cambiado…pero no para todos.
Creo que mezclé un montón de ideas dispersas en mis reflexiones. Pido perdón por ello y a nuestra editora, Celeste, por usar su blog como…catarsis.
BARROS MATOS

Quizá también te interese

Related Posts with Thumbnails