Ilustración de Duda Daze |
(Del lat. rutĭlus).
1. adj. De color rubio subido, o de brillo como de oro.
2. adj. resplandeciente.
Real Academia Española
De la misma familia de palabras es "rutilante", que rutila, y "rutilar" brillar, resplandecer.
LA ÚLTIMA VESPERTINA
Oros, diamantes, púrpuras y rasos,
fueron altar celeste en mi camino.
El corazón, devoto peregrino,
frente a él detuvo los dolientes pasos.
Bebí el ensueño en rutilantes vasos.
Y así, en cada horizonte vespertino
puse todo el misterio de un destino
y fui un tenaz adorador de ocasos.
Para fin de mi vida quiero un suave
anochecer, sin trágica vislumbre
ni pompa sideral. Un lento y grave
crepúsculo que brille y no deslumbre.
Silencio de oración, trinos de ave,
y luz de más allá sobre la cumbre.
LUIS G. URBINA
2 comentarios:
Hay actos que marcan destinos definitivos.
A los cuatro años, Julio robó un reloj. Inquieto y curioso, revisaba cajones y estantes de todas las casas que su familia visitaba. Fue así que una vez al abrir un cajón, quedó maravillado por un objeto que al recibir un rayo de sol desde una ventana, brilló como si tuviera luz propia. El niño en su inocencia, creyó que en ese Rolex de oro vivía el sol que con sus rayos rutilantes irradiaba la luz hacia afuera. ¿Sabía Julio que al guardarse el reloj en el bolsillo, y salir sigilosamente de la habitación, cometía un acto reprobable, un delito? Seguramente no, pero un instinto subconsciente , lo hizo ocultar su acto. Y ya en su casa, lo guardó en el fondo de un canasto grande, repleto de sus juguetes. Solamente lo sacaba para admirarlo cuando estaba seguro que nadie entraría en la habitación.
El dueño del reloj advirtió su falta un par de semanas más tarde, dado que lo usaba en contadas ocasiones. Convencido del robo, olvidado de quienes lo visitaron desde la última vez que lo había usado, denunció el hecho a la Policía. La investigación no obtuvo resultados, y el hombre se resignó a su pérdida.
Ese reloj era la obsesión de Julio. Al ir creciendo, lo sacaba de su escondite la mayor cantidad de veces posible, para admirarlo. Ya adolescente, se lo ponía en la muñeca de noche, para dormir, sacándoselo para guardarlo al despertarse. Algunas veces cometió la temeridad de llevarlo al colegio, y encerrarse en los recreos en el baño, para poder mirarlo.
Fue un excelente estudiante, luego un empresario de éxito, jamás se le conocieron amores ni amistades, se alejó de sus familiares, y sus únicas relaciones eran por motivos comerciales. Al fallecer sus padres vivió solo con sus sirvientes en la casona paterna.
Su única relación afectiva era su reloj. De adulto, lo llevaba con él todos los días, en un bolsillo interior del saco, confeccionado al efecto, con doble cierre, para evitar un posible robo.
Vivió en soledad sus 83 años, y falleció una noche, mientras dormía, con el reloj en su muñeca.
Dejó todas sus propiedades a distintas obras de bien, excepto el reloj. Cumpliendo su deseo, lo enterraron con él.
BARROS MATOS
Barros, sospecho que tiene muchos hermosos relatos en su haber, para maravillarnos cada vez. Celebro por eso !. Un apretón de manos, Celeste
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