1. f. Mit. Manjar o alimento de los dioses.
2. f. Cosa deleitosa al espíritu.
3. f. Vianda, manjar o bebida de gusto suave o delicado.
4. f. Planta anual de la familia de las Compuestas, de dos a tres decímetros de altura, ramosa, de hojas recortadas, muy blancas y vellosas, así como los tallos; flores amarillas en ramillete y frutos oblongos con una sola semilla. Es de olor suave y gusto agradable, aunque amargo.
Real Academia Española
... allí donde los dioses tienen su morada, donde la ambrosia se convierte en manjar y el destino de los hombres se escribe en letras color plata....donde la piedra acaba y la brisa de la mañana no se aleja, ahí está tu casa, bella Afrodita, donde el monte Olimpo descansa .
Pues, dada mi afición por las historias de dioses y puesta a encontrar más sobre esta palabra que sólo conocía por un postre muy dulce y nectarino que hacía mi abuelita (cuya receta colonial trascribo más adelante ) encontré un texto del cual no puedo dar absoluta fe de veracidad, pero me resultó interesante ya que aporta otra mirada sobre la palabra.
Pero antes, la receta de la abuela !
Parece ser que al político y escritor argentino Domingo Faustino Sarmiento se debe el poético bautismo de este postre, que su nieta preparaba para él. Cuentan que era tanto lo que gustaba de este plato que se olvidaba por momentos de sus quehaceres intelectuales y políticos.
Ingredientes
* 1/2 kg de azúcar
* 1/2 l itro de leche
* 1/2 l itro de agua
* 5 yemas y un huevo
* 1 chaucha de vainilla
* 1 cáscara de naranja ó limón
* 1 copita de vino generoso o licor
* 1 copita de vino generoso o licor
Preparación:
En una olla coloque el agua, el azúcar y la cáscara de naranja o limón y dejar hervir hasta obtener un almíbar de punto de hilo. Mezclar la leche, las yemas, el huevo y la vainilla y agregar al almibar. En este punto aumentar el fuego y revolver continuamente con una cuchara de madera durante 5 minutos cuidando de no quemar. Bajar el fuego y dejar cocinar a fuego lento hasta que espese y tome consistencia, sin revolver y moviendo la olla para cuidar que no se pegue en el fondo., aproximadamente 45 minutos. La preparación debe quedar color de ámbar. Antes de retirar agregue la copita de vino o licor.
Vuelque en una fuente o budinera, deje enfriar y lleve a la heladera.
Ambrosía / inmortalidad
En una olla coloque el agua, el azúcar y la cáscara de naranja o limón y dejar hervir hasta obtener un almíbar de punto de hilo. Mezclar la leche, las yemas, el huevo y la vainilla y agregar al almibar. En este punto aumentar el fuego y revolver continuamente con una cuchara de madera durante 5 minutos cuidando de no quemar. Bajar el fuego y dejar cocinar a fuego lento hasta que espese y tome consistencia, sin revolver y moviendo la olla para cuidar que no se pegue en el fondo., aproximadamente 45 minutos. La preparación debe quedar color de ámbar. Antes de retirar agregue la copita de vino o licor.
Vuelque en una fuente o budinera, deje enfriar y lleve a la heladera.
Ambrosía / inmortalidad
Buena oportunidad la de la conmemoración de San Ambrosio para recrearme buceando en una palabra de una significación tan honda que trasciende culturas y civilizaciones, para hundir sus raíces en las mismas esencias de la humanidad.
En nuestra cultura, de raíces grecorromanas, usamos el nombre griego AMBROSIA (Ambrosía) y el latino immortálitas (inmortalidad) para denominar no sabemos muy bien qué. El contenido del nombre latino, muy moderno y transparente, se entiende sin mayor necesidad de exégesis: no muerte. Pero el término griego es sólo translúcido. No vemos con claridad qué hay tras él; sólo deja pasar la luz y hay que interpretar las sombras que en él se proyectan. Leer más...
Ámbrotos es la forma más arcaica de ambrósios, ambos con el mismo significado: "inmortal" ; y junto a ellos la palabra ambrosía que significa primero el "alimento que da la inmortalidad", para pasar a denominar luego la misma "inmortalidad". Pero éstas son ya palabras muy moderrnas. La madre de todas ellas es Ámbrotos, formada por la a privativa más mbrotos, probablemente onomatopeica, que significa "chorro de sangre que mana de una herida", de donde se deducirá el término brotós con el significado de "mortal" (es decir, aquel cuya sangre puede ser derramada), "hombre". Si a este término le anteponemos la a privativa, tendremos que a-mbrotos o ambrosios (ámbrotos o ambrósios) es "aquel cuya sangre no es derramada" , que puede coincidir con el valor "aquel que no muere", pero no necesariamente.
Partamos, pues, del hecho evidente de que la palabra griega de la que hemos deducido la inmortalidad, nació para denominar las personas que coincidían en una característica: la de no haber sido derramada su sangre, es decir la de no haber sido muertos por nadie, aquellos de cuyos cuerpos nunca se vio escapar el principio de la vida. Si tenemos en cuenta que cuando nació esta palabra, la única muerte que se conocía era la muerte violenta, ya fuese a manos de otros hombres o en las fauces de los depredadores, se entiende perfectamente que no morir devorado se percibiese como igual a "no morir".
Más aún, si la muerte era percibida únicamente como la secuencia en que era derramada y bebida la sangre del mortal y devoradas sus carnes, el que conseguía que su sangre no fuese derramada ni su carne devorada, ciertamente había escapado a la muerte, a la única muerte conocida; y aplicaba el máximo celo a evitar por todos los medios que su cuerpo fuese devorado, porque eso era hasta entonces morir. Se impuso, pues, la práctica del enterramiento para evitar que el cuerpo "dormido" experimentase la muerte (cementerio viene de koimhthrion -coimeterion, que significa "dormitorio"). En el sepulcro empezó, pues, la inmortalidad.
Muy ilustrativo todo esto. Incluso lo que me resultó muy cautivante es la receta, porque parece que el postre sabe bien y aparte le gustaba a Sarmiento que es junto con Belgrano uno de mis próceres preferidos. Aseguro que Sarmiento (al que gracias entre otros a Mitre, apodaron "el loco") tranquilamente hubiese sido digno integrante de la mesa del bas al que concurro diariamente.
ResponderEliminarIntentaré que en mi casa alguien me prepare el postre. Dudo de mi éxito.
Algo mas: nuestra amable editora agrega ahora al final de sus notas un "Quizás también le interese" y pone unos links a otros temas. Entonces esto comienza a volverse adictivo, porque uno salta de aquí para allá y la cosa parece no tener fin.
Finalmente terminaré pidiendo trabajo a la editora....
En fin
Funes
Interesante, andaba buscando la receta de los alfeñiques, jaja.
ResponderEliminarMuy buena la explicación etimologica del término, muy instructivo tu post. Y aunque en mi caso Sarmineto no sea santo de mi devoción, confío en que su paladar habrá sido sensible a las exquisiteces.
Saludos y te agrego a mi lista de blogs
Gracias Noelia, y bienvenida.
ResponderEliminarFunes...ya me parecía raro no tener un comentario acerca de la "modernización" del blog ! Es que todo va a una ve3ocidad tal que...en fin...quedó más lindo, no?
Saludos